Es tal la modernez falsaria del capitalismo en su versión neoliberal, que a los mercenarios (asesinos a sueldo) los llaman "contratistas", pero claro, la guerra es un negocio.
Menen, el príncipe adalid de las ideas neoliberales en la Argentina, que disfrazó el saqueo de los bienes públicos y el burdo delito, como cruzada redentora contra el estatismo (en la línea de sus colegas ideológicos, digo necrológicos, a uno y otro lado del Atlántico), muy coherentemente hizo del tráfico de armas una derivada más de su cruzada de libertades civiles, en conflictos muy rentables para él y otros bribones, aunque no para los muertos y sus familias.
Cabría incluso considerar lo "mercenario" (pues dinero no falta) como instrumento esencial del neoliberalismo: la banca mercenaria, la empresa mercenaria, la judicatura mercenaria, la prensa mercenaria, la política mercenaria...tropas desreguladas todas ellas, que tienen muy poco que ver con la libertad, el liberalismo, o las Cortes de Cádiz, y mucho con el patio de Monipodio.
Y desfile genial de un contingente de estas tropas es el que vemos en una secuencia del documental "SICKO" de Michael Moore, en la que varios políticos estadounidenses (que es como decir él no va más de la libertad) entran en escena, casi desfilando, al tiempo que sobre sus cabezas flota una cifra indicativa del dinero exacto que ha costado comprarlos. Incluso sonríen a sueldo.
