La Tierra herida

Las razones por las cuales es necesario y cada vez más urgente elaborar un plan de Estado contra los efectos del cambio climático son evidentes y están muy bien explicadas, por ejemplo, en el artículo de Antxon Olabe titulado "España ante la gran adaptación" (El Pais de 20 ago 2025).

Se dirá con toda razón que al igual que los incendios no reconocen fronteras y saltan sin pedir permiso de Cáceres a Salamanca, tampoco el cambio climático reconoce fronteras y constituye un problema planetario que requiere de una colaboración a ese nivel. Todo eso es cierto.

Aunque también conviene subrayar que casi todos los estudios sobre el cambio climático y sus efectos perniciosos, o incluso obras como "La Tierra herida ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?", escrita por Miguel Delibes y su hijo Miguel Delibes De Castro en el año 2005, nos advierten que nuestro país va a ser muy probablemente de los más perjudicados por esta amenaza (hoy ya muy real), de manera que deberíamos tener un interés especial, casi personal, en este tema, y animar a que todos los países o al menos muchos de ellos colaboren (colaboremos) en evitarlo o solucionarlo.

La geopolítica y sus fronteras, que son cambiantes y fantasiosas, o incluso la extrema desigualdad económica actual, con sus extremos privilegios, puede inducirnos al espejismo y pensar erróneamente que según cómo, y según quién, según la potencia económica y geopolítica de un país, o según la potencia social y económica de un sujeto, algunos países o algunos individuos, especialmente privilegiados, pueden dejar este problema "fuera" de su perspectiva vital y fuera de su horizonte de sucesos. Eso solo significa que no se ha entendido la naturaleza del "problema" y sus niveles de afectación, probablemente porque no se han entendido los engranajes ecológicos del planeta en que vivimos, sus equilibrios y sus mutuas dependencias, que van desde los orgánulos microscópicos que componen una célula (las mitocondrias serían antiguas bacterias independientes transformadas en un orgánulo energético de una célula superior a partir de una historia evolutiva de colaboración), a la atmósfera y los océanos, pasando por la biodiversidad, la economía, la alimentación, la salud (incluida la laboral), o la agricultura.

Desde los niveles microscópicos a estos otros niveles planetarios, todo está relacionado orgánicamente y es mutuamente dependiente. Y dejarse embaucar por la superstición de lo artificial, o por el espejismo de un aislamiento privilegiado y autosuficiente, simbolizado todo ello en las fronteras geopolíticas, o por el "yo me libro porque tengo un búnker, o porque tengo un cohete que me puede llevar a otro planeta", es un error tan avanzado y tan torpe a la vez, que lo podemos calificar de posmoderno.

Nuestras dependencias más radicales e imprescindibles siguen siendo naturales, y ningún artificio o maravilla tecnológica puede ocultar este hecho. La solución no es construir cohetes y emigrar... los más ricos. La solución es conservar en buen estado nuestro planeta.

En cuanto a lo poco que representan las fronteras (dentro de un país o entre países) para determinados problemas de orden planetario y ecológico, tenemos el ejemplo clásico de la erupción del volcán Tambora en Indonesia, que se produjo el 10 de abril de 1815, y que provocó debido a su magnitud (magnitud 7 del índice de explosividad volcánica / VEI) un pequeño cambio climático (el "año sin verano"), el cual determinó, según nos cuenta la Historia, efectos a tan larga distancia como que algunas madres en Suiza acabaran con la vida de sus hijos pequeños para evitarles el sufrimiento de morir lentamente de hambre.

La necesidad por tanto de pactos amplios para abordar problemas globales que no reconocen fronteras, es evidente. Ya lo vimos también con la pandemia covid.

Lo que no es evidente y aún no lo han explicado es la negativa del PP a suscribir este tipo de pactos.

¿Obedece a un prejuicio ideológico? ¿Obedece a un cálculo mezquino y a corto plazo sobre la posibilidad, más o menos cercana, o más o menos remota, de acceso al poder? ¿Y luego sí? ¿O todavía no?

Sean cuales sean las razones del PP para el rechazo a un pacto de esta naturaleza, ofrecido por el presidente de gobierno, lo que parece claro es que corresponden a un nivel de argumentación (un infranivel) que no está a la altura de las circunstancias.

Este es un tema en el que todos pueden aportar algo positivo, desde perspectivas diferentes y desde conocimientos complementarios, y por tanto cerrarse en banda a siquiera intentarlo, no se entiende. Salvo que efectivamente se niegue que tengamos un problema y se siga la consigna negacionista de aquella famosa película "No mires arriba" (2021).

O sea, no mires y así no lo ves.

Necesitamos un plan... Y que no sea de huida.