Opinión

La independencia en helicóptero

Todo empezó cuando el neoliberalismo sobrevoló la realidad en helicóptero, es decir, el día en que Artur Mas, presidente del gobierno catalán, puso tierra y cielo por medio, en un helicóptero, ante las protestas terrestres pero enérgicas de sus conciudadanos, desesperados y cabreados por unos recortes que les condenaba a pagar la factura de una estafa ajena, que ellos no habían cometido, una estafa financiera del gran capital, desregulado, descontrolado y voraz. Esa misma estafa que los más adeptos al régimen (plutócrata, neoliberal y extremista) prefirieron llamar “crisis” para diluir las responsabilidades delictivas en especulaciones académicas.

Junto a Más, el presidente, gran parte del gobierno catalán sobrevoló ese día (también en helicóptero) la realidad que ellos habían ayudado a construir a base de mordidas (primero) y recortes sociales (después).

Aterrizaron, que no es poco.

El “día del helicóptero”, un Más olímpico, cabalgando sobre su propio desastre, que amenazaba arrastrarlo a él y a sus colegas (los del 3%) en su propia tormenta, decidió independizarse del neoliberalismo español (hasta ese día compinche fiel en esto de las mordidas) e iniciar una aventura masiva de distracción.

De sus propios ciudadanos ya hacía mucho tiempo que esos políticos del saqueo público en porcentaje estipulado, se habían independizado.

¿De que pretendían distraernos unos y otros, el neoliberalismo catalán y el neoliberalismo español en general?

La respuesta parece clara: de la estafa cometida y de la adjudicación inmoral de su factura.

Precisamente a sus víctimas.

He ahí el medio por el cual a los estafadores de aquí y los estafadores de allí, unitarios y separatistas, unidos por el 3% y el latrocinio consensuado (recuerden a González protegiendo a Pujol), les vino de perlas el actual conflicto en Cataluña, y que se prolongue también.

Esa fractura en definitiva sigue la lógica inherente al neoliberalismo rampante y rapaz, que es una lógica de fracturas y de quiebras, y en resumen, de estafas.

De paso, los partidos neofascistas, que dormían el sueño de los injustos entre telarañas rancias de esvásticas y brazo tieso, se han sacudido la legaña mortuoria del “viva la muerte”, y han comenzado a pescar en río revuelto.

También aquellos otros partidos (PP, PSOE y CIUDADANOS) que carecían de una propuesta social para enfrentar los desmanes del neoliberalismo, y que preveían las consecuencias electorales de haber traicionado el interés general, puestos de rodillas al servicio de los estafadores plutócratas, la aventura independentista del neoliberalismo catalán les vino muy bien para distraernos (a todos) de las desventuras del neoliberalismo español en general.

Como señala Josep Ramoneda en reciente artículo, la aventura independentista permite distraer de la desventura de fondo, que es aquella en la que unos cuantos irresponsables quieren que comulguemos y consintamos aunque todo lo demás se rompa y salte por los aires.

A la vista de los hechos hay que concluir que estos “nuevos liberales” a la violeta son los mayores promotores de la anarquía general de los últimos tiempos. Su insensatez y codicia no tiene límites.

Hay por otra parte toda una corte mediática que ayudará a esa distracción masiva, y que actuará como caja de resonancia del espejismo.

Nada podrá sin embargo ocultar la realidad: cuando se predica la selva, lo que se obtiene se le parece mucho.

¿Podemos esperar que la justicia corrija en parte esta deriva pidiendo cuentas de la estafa a los estafadores? Veamos qué posibilidades tiene este milagro:

Tras decir Pedro Sánchez que los fiscales están a sus órdenes, dice ahora que el cansancio le hizo cometer ese error. Que debe ser el mismo cansancio (¿cansancio o costumbre?) que hizo que un gerifalte senatorial del PP dijera por wasap a sus colegas que a los jueces del Tribunal Supremo se les “toquetea por detrás”, como la cosa más normal del mundo.

Que sea “normal” en España no quiere decir que lo sea en resto del mundo (democrático).

Saquen sus propias conclusiones sobre las posibilidades del “milagro”.

Cuando los distraídos despierten, el neoliberalismo y sus consecuencias nefastas seguirán allí: paro, corrupción, desigualdad, crisis política y social, nueva estafa económica en el horizonte, democracia agónica (posdemocrática y posverdadera), crisis ecológica…

En un instante de susto algunos arrepentidos de aquel delirio neoliberal tan celebrado por los amigos de las mordidas, dijeron que había que refundar el capitalismo.

Más tranquilos luego y viendo que nadie les pedía cuentas (ni en los tribunales ni en las urnas…) decidieron que lo que había que refundar era la estafa.

En ello estamos.

Cuando completen su labor de desguace (iniciamos ahora el segundo capítulo), rotos todos los lazos colectivos que dan consistencia a una sociedad, ni siquiera el helicóptero les servirá para contemplar el paisaje de lejos. El paisaje lo tendrán delante de sus narices.

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