La Historia sigue abierta

"El éxito de la extrema derecha lleva décadas gestándose..." (El País, Editorial de 30 de junio de 2024).

Que no hay más pensamiento que el pensamiento "único", "sin alternativa" y neoliberal, y que se declara por orden de la superioridad plutócrata cerrada la Historia en una especie de "orden" eterno que durará no solo mil años -como se profetizó del Reich de Hitler- sino durante toda la eternidad posmoderna y más allá, son conceptos que podían haber sido enunciados por los fundadores del fascismo de antaño, pero en realidad han sido enunciados mucho después, por los patrocinadores del neoliberalismo de hoy.

En un artículo reciente de Andrea Rizzi para El País (Los "deplorables" buscan revancha y refugio, se titula el artículo), intentando explicar cómo hemos llegado a la situación actual de ascenso imparable de la ultraderecha, aupada en gran parte por el voto de la clase trabajadora precarizada, y financiada sin embargo por los poderes económicos que producen esa misma precarización (extraña paradoja donde concurren el engaño y la trampa), el articulista hace referencia a esa "élite" despreciativa que él personaliza en la figura de Hillary Clinton, y que independientemente de la marca política con que se vendieron o aún se venden en el mercado electoral, cabe adscribir a un mismo proyecto político y económico: el del pensamiento único, sin alternativa y neoliberal. O sea, el "extremo centro”, cuyo catecismo es el mercado desregulado y omnipotente, mucho más potente sin duda que los políticos electos o la soberanía popular.

Aquí en Europa se conocieron como la "tercera vía", tan falsa y extremista como el falso centro, y le hicieron el trabajo sucio a la ultraderecha económica, a cambio en muchos casos de contraprestaciones y beneficios personales obtenidos a través de las "puertas giratorias". El resultado fue esa clase trabajadora precarizada, pero también esa clase media encogida o incluso depauperada, que en muchos casos y en múltiples lugares del planeta están ahora detrás del ascenso de la ultraderecha.

Cabe mencionar a Felipe González, Tony Blair, y compañía, entre los héroes de esa hazaña transformista: pasar en menos de lo que dura un suspiro de socialistas o socialdemócratas progresistas a admiradores y discípulos de Reagan y Thatcher.

Hoy se cierra el circulo de forma patética en el caso paradigmático de Felipe González, supuesto socialdemócrata, y a fin de cuentas neoliberal privatizador y usuario de puertas giratorias, que hoy muestra su admiración por Meloni.

Ahora bien, está dinámica de desigualdad creciente, saqueo del Estado del bienestar, y perdida de derechos, no solo puede tener una respuesta absurda, desesperada, y contraproducente, como es la de aquellos que votan a la ultraderecha, que es mero instrumento de los poderes económicos que les han estafado y hundido, y que una vez más, si acceden al poder, continuarán esa linea de acción y les apretarán aún más las tuercas, como bien explica Rizzi.

Existen otras alternativas, como la que se está fraguando ahora mismo en Francia para hacer un frente común progresista y reconducir la Historia, que sigue abierta, es decir para recuperar lo perdido.

Empezando por revocar el retraso de la edad de jubilación que impuso Macron en Francia (así le va), y aquí el PSOE, con el pleno "consenso" del PP.

Me parece incomprensible o incluso indecente que algunos sigan intentando equiparar (para confundir) a la ultraderecha neofascista, supremacista, racista, y xenófoba, con una izquierda que reivindica y respeta los derechos humanos y la democracia (no asalta Capitolios), y cuyo principal objetivo es recuperar el Estado del bienestar y los derechos laborales, saqueado y suprimidos respectivamente por el "centro" neoliberal o Neo-iliberal.

Los primeros, si llegan al poder, respaldarán ese saqueo y lo completarán. Los segundos lo revocarán. Por eso parece tan absurda la dinámica electoral que ha originado el extremismo neoliberal entre los más perjudicados por él.

La primera película que vi del director Ken Loach, hace ya muchos años, fue "Lloviendo piedras". Para mí esta película supuso un impacto, efectivamente algo así como una pedrada, sencillamente porque actúa como ese espejo que le ponen a la sociedad delante y que refleja la realidad cotidiana que al poder (neoliberal) le interesa ocultar, pero que los ciudadanos corrientes contemplamos de lunes a domingo y a pie de obra.

De esa "lluvia de piedras" cayendo sobre la clase trabajadora, pero también sobre la clase media, hemos pasado a la lluvia de votos para la ultraderecha, que traerá más abundante y doloroso pedrisco.

¿Recuerdan aquel momento histórico de grandes declaraciones e impostada desesperación, cuando la estafa financiera neoliberal de 2008, de alcance planetario, nos hundió en la "Gran recesión" y en tremendos recortes (la factura la pagaron los ciudadanos corrientes), y muchos gerifaltes y dirigentes políticos ante la indignación de los ciudadanos dijeron que habían "entendido el mensaje" y que había que "refundar el capitalismo"?

Ni entendieron (siguen sin entender) ni refundaron, ni corrigieron. De aquellos polvos estos lodos.

Los que profetizaron la alianza eterna entre democracia y capitalismo en su versión neoliberal, sabían ya de antemano que la siguiente víctima del neoliberalismo sería la democracia.

Hoy intentan asaltar Capitolios y aliarse con el neofascismo, rotos todos los “cordones sanitarios”.

Aconsejaría, si solo vamos a ver dos películas de Ken Loach y queremos obtener un arco evolutivo del deterioro que hemos sufrido, ver esta película que comento, "Lloviendo piedras", que describe los resultados de la política extremista y neoliberal de Thatcher, y también "El espíritu del 45", que sirve como punto de contraste y referente histórico.

Son como el alfa y el omega de una involución.

Sin embargo, ante este panorama que nos ha venido dado desde arriba hay que decir que el futuro no está decidido y la Historia sigue abierta, y este papel esperanzador y la invitación a explorar alternativas más justas y humanistas, que en en ciertos momentos yo encontré en las palabras y reflexiones de José Luis Sampedro, Saramago, o Emilio Lledó, por ejemplo, luminarias cálidas en el cielo frío y tenebroso del pensamiento único, lo volví a encontrar hace pocos días en una conferencia de Iñaki Gabilondo que pude ver en Youtube: "Una sociedad anestesiada", se titula. He aquí el enlace: https://youtu.be/kjKmnr5TJ7Q? si=JxabLyVlpszJDwnD

Iñaki Gabilondo acaba su conferencia con esta pregunta ¿Qué vamos a hacer?, mucho más oportuna y preferible a aquella otra de ¿Qué va a pasar?

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