Opinión

Gato por liebre

Yo es que de esto no entiendo, pero dicen las malas lenguas que SACYR, en este asuntillo del canal de Panamá (patria hermana), presupuestó...

Yo es que de esto no entiendo, pero dicen las malas lenguas que SACYR, en este asuntillo del canal de Panamá (patria hermana), presupuestó a la baja en la obligada puja del procedimiento, para llevarse el gato al agua, y una vez hervidito con hierbas soporíferas (beleño y demás) el gato de marras, lo vendió por liebre en un juego de prestidigitación y sombras chinescas, que échale un galgo a ver si encuentra la liebre.

Para Marca España no está mal, la cual, como he dicho en otra ocasión, se cocina entre biombos con mucho caldo y poca tajada.

En España ya vamos sabiendo que las pujas estas, de las eléctricas, combustibles, y demás energía vitales para abajo, son todas honestas, virginales, y sin mácula de varón, que así es el catecismo del libre mercado en el imaginario de los santos inocentes. Por eso nos extraña que se dude del procedimiento, estando como estamos acostumbrados a la honradez y limpieza de conducta en este país.

Insisto en que para estas filigranas del tecno-mercado, no se precisa ser “figura” ni coleccionar masters a precio de oro, ni siquiera enmarcar múltiples y refinados diplomas de estudios avanzados, sino que basta con tener el alma intoxicada de obsesiones monetarias (lo que en nuestra infancia “mariana” y en el espiritual ejercicio de nuestra inocencia, se llamaba CODICIA), ser ligero de cascos morales, mucha labia,  y acreditar un juego de manos que para si lo quisiera el trilero mas bragado, de los que han superado el casting de Ana Botella para ejercer en la calle.

Vamos, que una puja así y de ese modo, la gana hasta Curro Jiménez, el cual por cierto, iba de bandolero por la vida, y nunca exigió que se blindara su contrato, ni que se le premiara con un retiro dorado cuando se cansara de hacer pirulas y asaltar caminos.

Dicho lo cual, concreto aún mas diciendo, que si no nos falla la memoria recordaremos que es el mismo embeleco de sobrecostes que ejercen con seriedad tecnocrática las empresas de bandera (calavera y dos huesos) que arramblaron con el botín derivado del saqueo generalizado de lo publico, y muy especialmente las que malogran el derecho universal a la salud, mediante el privilegio de sobrevivir en función de la calidad de la cuenta corriente.

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