Esbirros y vasallos
Felipe González nos engañó con aquello de "La OTAN, de entrada no". No quiero pensar que lo del 5% se convierta en algo parecido. Algo así como "El 5%, de entrada no". Sería demasiado lúgubre.
Si hace unos días no estaba del todo claro que hubiésemos dejado claro ante la OTAN que España no estaba dispuesta a dedicar el 5% de su PIB a la industria (americana) de las armas, ni a someterse a las órdenes y los caprichos de Trump, el salvaje, supremacista, y belicista presidente de Estados Unidos, el asunto sigue sin estar claro del todo.
El presidente de Estados Unidos, que es también el dueño de ese club llamado OTAN, corresponsable junto a Netanyahu de crímenes de guerra y genocidio en Gaza (con Europa como cómplice silencioso de esa masacre), nos quiere imponer ese gasto en armamento para beneficiar y engordar la industria bélica de su país, y al mismo tiempo engordar su ego, porque lo que más le gusta a este tipo macarrónico en este mundo es mandar y que le obedezcan, y si no se le obedece se venga.
Nos constaba hasta ahora, como dato confirmado, que Pedro Sánchez había levantado la voz en solitario para decir no y oponerse en nuestro nombre y en el nombre de España -un país teóricamente soberano- a ese gasto y a esa insensatez. Y lo hacia de forma publica.
Ahora sin embargo surgen las dudas, o se alimenta la ambigüedad, y el asunto (un asunto turbio) sigue sin estar claro del todo, pues algunas informaciones aseguran que todos los líderes europeos "han firmado" y se han comprometido a ese famoso y terrorífico 5% (terrorífico para los ciudadanos que han de pagarlo en sus carnes), mientras que otras informaciones dicen lo contrario, y afirman que por excepción concedida a España, esta dedicará el 2% de su PIB al derroche improductivo y letal de las armas (que ya es mucho).
No debiera ser tan difícil saber la verdad sobre este asunto, y además, conocer la verdad en asunto tan serio (como en otros), es un derecho del ciudadano.
Lo que si queda claro en medio de esa madeja sin desenredar es que en la plantilla actual de líderes europeos abundan los que tienen vocación de esbirros y quieren de paso convertirnos a todos nosotros en vasallos de su señor. Que por cierto es un mentecato e impresentable sujeto, impredecible, mentiroso, ególatra consumado, que directamente nos lleva al desastre.
Las razones para haber dejado nuestra negativa clara y firmemente asentada desde el principio (pero también hasta el final) y sin espacio para las dudas o la ambigüedad, son múltiples y van más allá del mero factor emocional: ese famoso orgullo español tan literario como pintoresco, incluso para Kant, que así nos pintaba -orgullosos- en su descripción de los caracteres nacionales.
El orgullo que aquí cabe reclamar y aplicar para sustentar nuestra negativa a participar en ese acto de vasallaje de nuestros políticos esbirros, con el mamporrero Rutte al frente de todos ellos, no tiene una raíz nacional o meramente emocional, sino una raíz civil y ética.
Es razón suficiente, sólida y contundente, para negarse a ese gasto (impuesto por un líder foráneo al que nosotros no hemos elegido) el hecho de que es incompatible con el mantenimiento de nuestro Estado del bienestar, y por tanto incompatible con nuestra Constitución.
Es decir, que claramente es un gasto inasumible porque el mantenimiento y fortalecimiento de nuestro Estado del bienestar, hoy tan debilitado por las prácticas neoliberales, es esencial y debe ser prioritario frente a otros gastos, precisamente para que nuestro Estado siga existiendo y nuestra sociedad cohesionada dentro de él.
Decir no por tanto a los promotores de ese gasto insensato e impuesto, es decir no a nuestro suicidio colectivo como sociedad. Algo que no solo es racional y razonable, sino que incluso está aconsejado por el instinto de supervivencia.
Ocurre además que existen precedentes históricos que nos ilustran sobre lo erróneo e injusto de ceder a determinadas presiones externas en la vorágine de determinadas crisis y sin tiempo para la reflexión pausada. Así por ejemplo en 2011 cedimos al toqueteo (por la puerta de atrás) de nuestra Constitución (sin contar con el pueblo soberano) y se "reformó" el artículo 135 de la misma para obedecer a Merkel (y esta a los bancos alemanes), de manera que se pudiera iniciar "legalmente" nuestro "austericidio" (palabreja relacionada con suicidio), consistente en que el pueblo "soberano" se hiciera cargo de la factura (enorme factura que aún seguimos pagando) generada por unos financieros delincuentes y golfos.
Esos financieros delincuentes y golfos (por acabar de describir aquella anécdota histórica tan chusca), aplicados discípulos del neoliberalismo (hoy lo llaman "libertarismo"), se habían hecho dueños del cotarro gracias a la desregulación neoliberal y habían provocado con sus triquiñuelas y sus corrupciones múltiples una estafa descomunal y de alcance global.
De ahí que nos obligaran a "reformar" nuestra Constitución con nocturnidad y por la puerta de atrás, para que el pueblo "soberano" y responsable se hiciese cargo del pago de dicha factura. Todo esto de hecho, que nace de una estafa, se ha convertido en el paradigma del buen gobierno tecnócrata, justificando así retrospectivamente el sistema y el modus operandi de los estafadores.
Ese capitalismo delincuente, gestionado por esbirros y “tecnócratas”, ni se refundó, ni se arrepintió, ni se reformó, sino que hoy nos invita (con nuestro dinero) a otra ronda: esta vez en forma de negocio armamentístico.
Para acabar de dotar a aquella anécdota austericida de todas las características del esperpento, muy poco después y a la vista de las consecuencias de dicha decisión, Merkel, la principal promotora de esa imposición (tan estúpida como injusta), confesó que había sido un error garrafal. A buenas horas mangas verdes.
Pues bien, si entonces cedimos a la insensatez injusta del austericidio, en el contexto de una Europa que había perdido el norte y que no se parecía ya en nada a la original, ahora algunos (o muchos) de nuestros líderes están dispuestos a ceder de nuevo a una renovada o reciclada insensatez, esta vez armamentística, también suicida, en una Europa cada vez más servil y sin carácter ni referencias éticas, hecha a imagen y semejanza de Trump. O de Trump y Netanyahu, porque si Rutte, es el esbirro preferido de Trump, Von Der Leyen es la cómplice necesaria de Netanyahu. Son armas europeas muchas de las que han matado y siguen matando a palestinos inocentes.
Todo esto va adornado además con las formas propias de la mafia. Y así Rutte, el matón encargado de ajustar y cobrar las cuentas del padrino, va y le dice a su jefe que "Europa va a pagar a lo grande". Eso sí, se lo dice en un mensaje privado y su jefe se lo paga haciéndolo público.
Y lo dice, Rutte, como si él no fuese europeo sino norteamericano y se hubiese calado hasta las cejas la gorra MAGA de los palurdos.
Recuerden aquella advertencia que hizo hace ya un tiempo este mismo sujeto cuando dijo aquello de que más vale obedecer a Trump -su jefe de facto- porque el capo americano tiene poca paciencia.
Claro que cuando le preguntan al gran padrino, Trump, que por qué su país no paga el 5% como ordena a los demás, el genio de la gorra se sale por la tangente y dice cosas raras.
Además, muy en su estilo vengativo, Trump ha amenazado ahora a España (Abascal debe estar aplaudiendo con las orejas) con hacerle "pagar el doble" en la negociación comercial, por su negativa irreverente al gasto del 5% del PIB español en armas (americanas).
Rutte, que aún no ha dimitido, también ha felicitado de forma igualmente servil y reclinatoria a Trump por su ataque a Irán. Un indicio de lo poco que les importa a este gente el Derecho internacional, y una demostración más de que la OTAN es una organización criminal de la que deberíamos salir a toda prisa, tanto por decencia como por seguridad.
Supongo que la conclusión del mundo al contemplar la actitud de esta Europa ante Trump (y Netanyahu), es que Europa ha dejado de existir. Al menos la Europa original. Lo que hoy tenemos ante nuestros ojos es una copia mala y fraudulenta.
Para ayudar a reflexionar sobre todo esto leo la "Carta abierta a los jóvenes sobre la tercera guerra mundial", de Boaventura de Sousa Santos.