El NO-DO

Sostengo que para entender nuestro tiempo, en lo que se refiere a España, hay que volver a ver las películas de Berlanga, por ejemplo "La escopeta nacional"... etcétera. Sería la única forma de que nuestra juventud posmoderna y desorientada entienda a VOX, explicado desde el buen rollo.

Creo que fue Umbral el que dijo que "la ironía es la ternura de la inteligencia", y el humor de Berlanga (como el de José Luis Cuerda, por poner otro ejemplo) va en esa dirección. Fíjense en ese detalle del balido in crescendo al comienzo de "La escopeta nacional".

La ironía en todo caso, nada poética, es que VOX parezca hoy un ente moderno, cosa de jóvenes. Algo así como Millán-Astray disfrazado de yeyé y cantando las canciones del verano: "¡Viva la muerte! Y ¡Muera la inteligencia!”.

Dado este contexto desubicado y paradójico, seria un acto de caridad educativa volver a organizar cineclubs, como los que organizaba para nosotros Don Moisés, nuestro profesor de religión en el instituto Fray Luis de León de Salamanca, con ciclos tan estupendos que incluían películas como "El jardín de los Finzi-Contini", basada en la novela de Bassani, que a raíz de ver la película me leí de cabo a rabo.

Estos cineclubs, con ciclos que incluían películas "progres" y rompedoras, daban un impulso valiente a la educación sentimental -y de la otra- de unas promociones de bachilleres que, siendo niños, habíamos chupado mucho NO-DO como preámbulo a la sesión continua del cine parroquial, el cine "Fátima". Y allí, en el cine parroquial, por ejemplo "El Cid" (1961), del director Antonhy Mann, con una esplendorosa Sofía Loren y un arrogante Charlton Heston, cuyo beso en la boca en el marco incomparable de las murallas de Ávila (o así lo recuerdo) era sistemáticamente "cortado" por el paradigma censor, con pataleo -también sistemático- de la concurrencia, incluidos los niños, que solidariamente se apuntaban al pataleo.

Con VOX en el poder (un suponer) habría que volver a entrenar el pataleo contra el censor, porque sin duda la censura sería un eje fundamental de su "Reconquista" liberadora, como ya lo está siendo en la América neo-troglodita de Trump.

Y en aquel cine parroquial, si no era "El Cid" (o similar), era una película de Joselito, o una de Marisol (¡Qué prodigio de voces!). O una de "pistoleros".

Ese era más o menos nuestro menú. Aunque cuando llegó el color, llegamos a ver en el cine laico de la competencia (el cine "Llorente"), sito en el mismo barrio Garrido que el cine Fátima, películas como "Furia de titanes" (la original originalísima, que no es la de1981), con tal impresión duradera en nuestras meninges, que aún no se ha borrado de ellas la imagen horripilante de la cabeza de la Gorgona.

El caso es que como veníamos de esa prehistoria del cine, en blanco y negro y un incipiente color, donde no solo eran peligrosos los apaches o la cabeza de la Gorgona, sino que también tenía su cosa pasar bajo el "gallinero", el acudir luego, ya bachilleres en potencia y como llevados de excursión académica, a esos cineclubs que organizaba Don Moisés en una sala próxima al instituto (el segundo instituto, una vez abandonamos su ubicación original en lo que hoy es la facultad de Física), para ver películas como "El verano del 42" o la ya mencionada "El jardín de los Finzi Contini", y no sé si recuerdo bien si digo que también alguna de Bergman, suponía un salto evolutivo de tal magnitud que no solo nos sentíamos evolucionados de golpe sino incluso revolucionados. En cualquier caso, muy agradecidos a Don Moisés por ese regalo educativo y humanista que tenía algo de bautismo de fuego, de tomarnos en serio a nosotros, sus alumnos bachilleres, y de principio glorioso de nuestro proceso civilizatorio en el plano cinematográfico.

Como estamos inmersos ahora en plena regresión, ya digo, troglodita, se hace imprescindible un plan, digamos regenerativo. Y por ahí se podía empezar. Por el cine de Berlanga, o de José Luis Cuerda, que nos permita conectar, por la vía del humor, esta falsa modernidad de VOX con nuestra caverna de siempre.

O incluso si nos ponemos duros y exigentes, dado lo grave de la regresión que estamos experimentando, a lo mejor se hace necesario un ciclo completo con todas las películas de Bergman. Ahí es nada.

Tómese la propuesta como se quiera, en serio o en broma, pero el asunto que motiva dicha propuesta -aparentemente jocosa- es muy serio.