Opinión

Dónde ponemos el jarrón

El problema es que había que celebrar un aniversario (el de la victoria del PSOE en 1982), un hito histórico sin duda, dada la trayectoria anterior de nuestro país, extravagante y divergente dentro del contexto europeo. No creo que haya muchos países de nuestro entorno que puedan decir que tuvieron una dictadura fascista durante 40 años y hasta muy avanzado el siglo XX.

Pero las dudas surgieron a la hora de colocar el jarrón. El jarrón chino, si nos atenemos a las metáforas y comparaciones que el propio protagonista de esta historia da por buenas.

Una duda protocolaria complicada o incluso irresoluble, porque lo que se celebraba era algo así como una confirmación: que nuestra democracia, recién estrenada en aquel entonces, era o había sido de verdad.

Como irresoluble, fantástica, o incluso tramposa (y aquí cambiamos de tercio) fue la "tercera vía" promocionada por Blair y colegas.

Y es que Blair, al alimón con González y asimilados líderes del supuesto cambio, fue, respecto a Margareth Thatcher, como Pedrín respecto a Roberto Alcázar: un sumiso e inefable mamporrero para mantener a raya a los currantes infieles y protestones. Que hoy, en demasiados casos, el término trabajador no se distinga del de pobre, viene en parte de aquella “vía” que en buena medida fue una vía de agua para los derechos laborales.

Margaret Thatcher se hizo famosa por tres cosas: por su ferocidad y extremismo dogmático ("No hay alternativa"); por su mano de hierro con todo lo que sonara a derechos laborales; y por tomarse el té, con mucho protocolo victoriano, con el asesino Pinochet, cuando la justicia reclamaba que este pagara por sus crímenes.

A pesar de esto tiene muchos admiradores, lo cual a estas alturas de la Historia (una Historia que ha conocido la “Gran recesión” neoliberal) no deja de sorprender.

Y entre esos admiradores se cuenta (o se contaba) Felipe González. Lo cual sugiere una posible vía para la metamorfosis de un líder socialdemócrata en jarrón chino de un salón victoriano.

En su agua estancada muchos jarrones chinos esconden miasmas tóxicas como las que dicen que mataron a algunos de los desenterradores de Tutankamón. Conviene tenerlo en cuenta.

No es lo mismo desenterrar para reparar una injusticia que para confirmar un error.

Ya no me pronuncio sobre a qué extrañas razones obedecía que González figurase como vicepresidente de Gobierno en la lista que el golpista Armada propuso al bruto de Tejero durante los hechos del 23F de 1981 (tal como afirma la médica del Congreso, testigo presencial de los hechos y a la que el ministro Rosón aconsejó "prudencia").

Recordemos que el golpe del 23F ocurrió no mucho antes de la victoria del PSOE celebrada en el reciente aniversario.

Sobra decir que la "solución Armada", promovida y lanzada desde el poder más alto, y que se topó con la "solución Tejero” (un poco más a ras de tierra), también era un golpe de Estado.

Con bastante fundamento muchos han comparado al PSOE de González con el PRI mexicano. Creo que iban bien encaminados, porque su modelo acabó, en su deterioro imparable, más cercano a aquel bodrio institucionalizado que al modelo inspirado por Olof Palme.

Personalizar en exceso ciertos hechos históricos tiene su riesgo y suele ser poco exacto, tanto para lo malo como para lo bueno. Es aquello de Ortega y Gasset de que uno es uno y sus circunstancias. Así por ejemplo la "combinación mágica" de la Transición consistió en que era históricamente imposible que el pueblo español siguiera gobernado por una dictadura cutre que hacía mucho tiempo que estaba fuera del tiempo histórico y fuera del contexto geoestratégico.

Su importante y precoz desencanto obedece sin embargo a que no se aprovechó suficientemente aquel viento favorable de la Historia para lograr el principal objetivo: una democracia de verdad.

En otro ámbito de cosas, Feijoo sigue en un mar de dudas, y debería ser retratado ya como el Hamlet de nuestra derecha ambigua, veleta inestable a la que mueven vientos ajenos.

No se decide si ser de la derecha Trump, como Díaz Ayuso, que acabará compitiendo en insensatez con la extremista Meloni, o de la derecha Von Der Leyen, como la mayoría de la derecha que ha cursado estudios y conoce la Historia.

Esta última derecha no suele asaltar Capitolios, ni incumplir la Ley (empezando por la Constitución), ni calificar de ilegítimos a los gobiernos legales.

Esa es la diferencia. Que no es poca.

A pesar de estas disquisiciones históricas y geoestratégicas que aquí proponemos, gran parte de la energía de los españoles se consume hoy en intentar librarse de las consecuencias de las privatizaciones promovidas por el régimen de la Transición: privatizaciones destinadas a la estafa continuada y el saqueo.

Cuando nos preguntemos cómo es posible que empresas de servicios estratégicos y esenciales (gas, electricidad...) puedan estafarnos con tanta impunidad y durante tanto tiempo, siempre debemos recordar que hubo políticos muy conocidos que se llevaron su parte por favorecer a estas empresas.

¡Ay los jarrones chinos!

Más fácil es que un jarrón chino entre por una puerta giratoria a que quede bien colocado en un salón democrático y de clase media.

Comentarios