Opinión

Desmemoriados, desorientados

Una de las mayores amenazas a la nos enfrentamos, si dejamos a un lado la amenaza principal de la que depende todo lo demás, es decir el deterioro de nuestro medio ambiente y de nuestro planeta (que puede convertirse en muy poco habitable si no corregimos el rumbo), es la repetición de los episodios más oscuros de nuestra Historia.

Hoy día tenemos indicios suficientes y no pocos signos de alarma para preocuparnos si abrimos los ojos y atendemos a lo que nos rodea, aunque una posibilidad que no puede descartarse es que rodeados como estamos de pan y circo con una manipulación y consumo de la realidad como espectáculo, distraídos por lo que los filósofos antiguos habrían llamado "simulacros", no abramos los ojos a tiempo para parar el golpe.

Como en otras etapas históricas de triste recuerdo, algunas crisis graves y evitables se han ido encadenando en nuestro tiempo, y no pocas de ellas por motivos tan parecidos a los de las crisis de antaño (desregulación económica por ejemplo) que casi parecen indistinguibles.

La crisis-estafa de 2008, que ha dado en llamarse la "gran Recesión", parece una réplica fiel de aquella otra que se produjo a principios de los años 30 y que llamaron la "gran Depresión”. Una y otra comparten un mismo mecanismo y un mismo origen: la desregulación económica en un contexto ideológico de aceptación sumisa del capitalismo salvaje, lo que derivó inevitablemente (entonces y ahora) en la sustitución de la democracia por la plutocracia y en una quiebra económica de alcance global.

Ver hoy lo que ocurre es en gran medida reconocer y recordar lo que ya pasó y de nuevo se repite. Pero ese reconocimiento implica una capacidad de memoria que visto lo visto no siempre se da.

La prudencia que impuso el escarmiento derivado de la segunda guerra mundial, parece que agotó su recorrido y su efecto beneficioso en nuestros días, de manera que parecemos empeñados en una involución ideológica y social que no augura nada bueno.

El nuestro es un tiempo inclinado a la banalidad, el espectáculo, el simulacro, y la irresponsabilidad. Tiempo de posverdades, corrupción, y burbujas, propicio a la repetición de errores. Tiempo también de tensiones crecientes, primero sociales y luego políticas, por una desigualdad que crece a pasos agigantados y de forma paralela a la involución.

La gran masa de perjudicados por la desigualdad y la miseria derivadas de esas políticas erróneas, pareciera abocada hoy (arrastrada por su desesperación) a apoyar o engrosar las filas -una vez más- de movimientos políticos irracionales y violentos que claramente podemos calificar de fascistas y que tienen una clara vocación totalitaria.

Como entre lo ocurrido en los años 30 y lo que ahora nos ocurre han pasado no pocos años, y la cultura histórica no está tan extendida como debiera, esta falta de memoria o de recuerdo hace que muchos hechos actuales que repiten los patrones de ese pasado oscuro, no sean reconocidos por la mayoría, y señaladamente por los más jóvenes.

Esta repetición de patrones entre aquel pasado siniestro y nuestro presente amenazante, queda plasmado a la perfección en un documental que recomiendo no perderse, sobre todo a los más desmemoriados: https://youtu.be/IZubgY5ZI5Y (“Las raíces históricas de los nazis modernos”).

En cuanto a esta notable y sorprendente falta de memoria, hace pocos días, concretamente el 27 de enero, ha sido el Día internacional de conmemoración de las víctimas del Holocausto, aniversario de la liberación de los campos de concentración nazis a cargo de tropas rusas, que puso fin a aquellas siniestras fábricas de la muerte.

Conviene recordar, como inciso, que también en la parte soviética, que en ese momento actuó como liberadora, se siguieron estrategias de persecución y aniquilación de los disidentes y de todos aquellos que no admitían un régimen de dictadura.

Aquellas fábricas nazis donde la tortura y la muerte de millones de personas inocentes era el producto final de un engranaje frío y calculado (incluso se elaboraban artículos manufacturados con los despojos de aquel asesinato en masa), era a su vez el resultado último de aquella desregulación económica del capitalismo salvaje que, ciego e indiferente a cualquier consecuencia, años antes encendió la mecha de ese incendio global.

Entre medias lo que hubo fue la incorporación al fanatismo y la irracionalidad de grandes masas de desesperados, manipulados a través de la propaganda y el engaño y para los que se fabricó el correspondiente y acostumbrado "chivo expiatorio": el judío, el extranjero, el "subhumano".

Y eso es lo que puede estar ocurriendo hoy mismo cuando vemos crecer en nuestro entorno inmediato, clonado a nivel mundial, partidos de clara filiación nazi y fascista. La violencia, y no solo verbal, crece, y la ignorancia y la irracionalidad manipulada va ganando terreno. O sea, el pasado redivivo por falta de memoria, sí, pero también porque hay pensadores, ideólogos, y hasta "filósofos" que apoyan esto.

Además de los intereses políticos que carentes de cualquier escrúpulo utilizan todo esto para sus fines propios.

Gana terreno el antisemitismo, pero también la xenofobia y la inquina contra grupos a los que por razón de su origen o creencias, no se les quiere reconocer el estatus de "ciudadanos" europeos de pleno derecho. Proliferan las teorías conspiratorias más disparatadas, ya sea sobre la pandemia en curso y las vacunas, ya sea sobre la "sustitución" de poblaciones, ya sea sobre el acceso democrático a los puestos de gobierno, cuyo resultado si no les gusta a estos fanáticos, califican de ilegítimo.

Y la sensación es que todo ese potaje de infame tufo procede de los mismos fogones y de un sector muy concreto de nuestro escenario político actual.

El 27 de enero se constituyó como día para la memoria y recuerdo del Holocausto (léase por ejemplo la Declaración de la presidenta Von der Leyen sobre el crecimiento del racismo y el antisemitismo en Europa: https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/statement_22_542), pero también se ha hecho notar en esa fecha un amplio espacio de silencio y olvido.

Los sucesos y el acto terrorista del 22 de julio de 2011 en Oslo y la isla de Utoya fue un aldabonazo que hizo saltar todas las alarmas sobre lo que supone la amenaza fascista y el retorno del nazismo a Europa. En 2021 hemos vivido estupefactos un asalto al Capitolio de Estados Unidos por las masas trumpistas. Todo ello debió haber generado compromisos suficientes para defender las instituciones democráticas, y sin embargo muchos juegan hoy a una estrategia de alianzas políticas con fuerzas que beben de ese ideario ultraderechista. Muy señaladamente aquí en España.

Para ayudar en ese ejercicio de memoria cada vez más necesario recomiendo una película y una serie de televisión sobre la matanza del 22 de julio en Oslo y la isla de Utoya:

La película, titulada con esa fecha fatídica "22 de julio", es del año 2018 y está dirigida por Paul Greengrass. La serie, titulada de la misma forma "22 de julio", es del año 2020 y está dirigida por Gjyljeta Berisha y Pal Sletaune.

Ambas muy recomendables para despertar una memoria adormecida.

Comentarios