Opinión

Un chiste malo

Intentando superar el ámbito fantasmal de las palabras auto-definitorias (derecha, izquierda, centro) y pisando el terreno firme de las acciones y los ...

Intentando superar el ámbito fantasmal de las palabras auto-definitorias (derecha, izquierda, centro) y pisando el terreno firme de las acciones y los hechos, hay que reconocer que la afirmación de que el PSOE es un partido de izquierdas y radical, es un chiste malo. Ese chiste lo cuenta Rajoy, que como todo el mundo sabe es un presidente con muy poca gracia.

El PP sigue sin percatarse de que la intoxicación mediática y la tomadura de pelo al ciudadano (cada vez más expectante y alerta), es cuestión de dosis. Y si te pasas de dosis y proporción, la maniobra tiene un efecto boomerang.

Y como no se enteran, siguen en esa estrategia mendaz, convencidos de que al personal criado a los pechos de la tele basura, es fácil venderle estos mensajes machacones y endosarle esos paquetes turbios.

¿El PSOE, de izquierdas? ¿Y radical?

Y claro, el PSOE encantado de que a estas alturas de la película se le consideré un partido de izquierdas, que no es precisamente una cuestión de siglas ni de banderita en la solapa. Una publicidad que le sale gratis y paga el PP.

Evidentemente, el PP tiene un problema de comunicación y estrategia.

Claro que luego va la contraparte, y a través del comité de expertos encabezado por Jordi Sevilla, viene a afirmar que el PSOE no va a dar miedo a los dueños de la plutocracia. No hace falta ser experto para esa conclusión. Y solo sirve para hacer los coros a Rajoy y seguir la estela del chiste presidencial.

En sintonía convergente (como era de esperar) con Rita Barbera cuando afirma que el dinero es cobarde y prefiere el centro, el cotarro, el soborno, el chanchullo y la corrupción, y que el interés del ciudadano y del currante no debe tener más peso que el estrictamente necesario para cubrir las apariencias. Que ese es el cambalache que rige el mundo.

Y todo así, en plan club de la comedia. Policía bueno, policía malo.

De hecho, los únicos que deben tener miedo del PSOE (que reformó el artículo 135 de la Constitución e incubó las privatizaciones, incluida sanidad) son los ciudadanos soberanos y los trabajadores honestos. No los plutócratas, para los que el PSOE es la “izquierda ideal”.

En resumen, que unos y otros siguen coincidiendo en la misma película, que se proyecta apta para todos los públicos en el cine Centro. Co-guionistas de este cuento.

Afirmar sin reírse que el PSOE es de izquierdas y radical es como sostener sin llorar que Esperanza Aguirre y su colega Rajoy son de centro. La “centralidad” pura y sobre todo dura.

Que los promotores y consentidores (fríos e indiferentes) del hambre infantil y los desahucios, son tibios moderados. Que los defensores ardientes, radicales y fanatizados de las privatizaciones, son socialdemócratas humanistas, socialistas y obreros. Que los ideólogos de la educación y sanidad como lujo, son héroes de la libertad.

Cifuentes de Madrid presume haber espabilado y puestas las antenas en onda, declara haber captado el mensaje. Enmendarse es de sabios.
Pero no basta parar las privatizaciones, como no basta a veces parar una hemorragia. Hay que recuperar lo perdido.

¿Seguirá el PP esa senda estratégica, reconociendo los enormes daños de su política y reparando el mal causado, o será un disfraz de moderación para, superado el apretón de las elecciones, volver a hacer de las suyas tal como sus colegas de la derecha radical europea le exigen?

Fácil no lo tiene.

Que los ladrones devuelvan el dinero, que los discos duros de Barcenas resuciten de su muerte traumática, que los sobresueldos y mordidas salgan a la luz, que lo saqueado y privatizado vuelva al patrimonio público, es un mal trago incluso para los más desahogados.

Y a otro nivel, para ser una “izquierda” creíble (y sobra con ello lo de “radical”) hay que hacer una reforma de las reformas. Reformar la reforma del artículo 135. Recuperar el control soberano y social de los sectores estratégicos. Blindar la sanidad y la educación, y no la jubilación dorada de los golfos.

Y también aquí hay que devolver el dinero robado.

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