Opinión

Una Atención Primaria en caída libre

Recuperadas las riendas de la atención primaria de nuestra sanidad (SESCAM) por la administración del PSOE, lo cierto es que las cosas no solo no han mejorado sino que se ha tomado el camino más rápido al desastre. El efecto Podemos de momento no se nota ni siquiera un poco. 

Nada de esto puede sorprendernos una vez que los despachos han sido ocupados por gestores que ya llevaron a nuestra atención primaria a la quiebra, asistencial y económica, en una etapa anterior gracias a un modelo organizativo obsoleto y fracasado. Carentes de ideas nuevas estos gestores, ya conocidos, han vuelto ha reintroducir su modelo tóxico en nuestra atención primaria, que es el nivel fundamental donde todo sistema sanitario se pierde o  se salva, y las consecuencias no se han hecho esperar. No habrá profesional responsable que niegue que nuestra atención primaria está hecha unos zorros y en caída libre, perdidos sus objetivos y desnaturalizada su función.

La razón de todo esto hay que buscarla en un hecho cuyo solo enunciado sorprende: el nuestro es el único ámbito laboral donde se promueve el acúmulo de horas extras y complementarias (guardias) con el único fin de incumplir la jornada legal y ordinaria (de consulta), con el agravante de que cuántas más horas extras se acumulan más jornada de consulta se incumple (faltando a la legalidad de las jornadas), más consultas se cierran, más crecen las listas de espera, y más dinero se derrocha o se malversa. En definitiva es un sistema de "peonadas" inspirado por intereses muy estrechos y poco claros, que ya nos llevó al desastre en la anterior etapa socialista.

Cuando se pregunta a los gestores por qué se mantiene este modelo contrario al interés general, la única respuesta que se obtiene, nada razonada ni razonable, es que ese es "su modelo". Es decir, están instalados en una actitud irracional que ellos sabrán a que intereses responden, pero que desde luego no son los de los pacientes ni los de la mayoría de los profesionales, ni por supuesto los de la medicina de familia.

Está comprobado que dicho modelo ya ensayado hasta la saciedad y fracasado una y otra vez, favorece la precariedad laboral, al requerir una figura laboral (la del correturnos o chico para todo) no homologable en Europa y que debería darnos vergüenza a todos, pero sobre todo a los sindicatos que la permiten. Y está comprobado también que dicho modelo (su modelo) es una fábrica de listas de espera, que lleva a la insatisfacción del paciente que ve rota la relación con su médico de referencia y por tanto la continuidad asistencial, a lo que acabe añadir el derroche y el mal uso del dinero público que más pronto que tarde lleva a la quiebra y a las medidas radicales que todo hundimiento económico conlleva: recortes en medicación, material y prestaciones, despido de profesionales, etc. En resumen, algo que ya vimos en la anterior etapa de esta Administración del PSOE.

Lo que hoy día vemos, gracias a ese modelo organizativo tóxico, es un paciente que satura los servicios de urgencias (extra hospitalarios y hospitalarios) al ver bloqueado el acceso a su consulta ordinaria por las listas de espera. Un paciente en el que la continuidad asistencial está rota, atendido en cada ocasión por un profesional distinto, que llega a desconocer en muchos casos quien es su médico  de  cabecera, en el que la educación sanitaria no incide y por ello hace uso indebido de los servicios (o por exceso o por defecto), o por desconocimiento o por hartazgo. Nunca hemos visto a los pacientes más abandonados que en el momento presente.

Un grupo de profesionales, poco responsables, cómodamente instalados en este sistema de "peonadas" y en el incumplimiento anexo de su jornada legal (al final los cascotes también caen sobre ellos), que en vez de reclamar un modelo más eficaz y ajustado a la legalidad (el cumplimiento de la jornada legal que se cobra es un imperativo) piden a voz en grito un esclavo de cabecera, un chico para todo, un becario para el cortijo que tape los rotos de ese modelo fraudulento y que les permita mantener "su modelo", que es el mismo modelo de sus colegas de los despachos de gestión. Todo queda en casa.

Un ejemplo de lo que es el íntimo engranaje de este modelo perverso es ver a unos profesionales de los servicios de urgencias saturados y escasos, que no dan más de sí, quemando su salud a marchas forzadas en cada jornada de trabajo, asistiendo no solo urgencias que sería lo correcto, sino bloqueados en su acción más necesaria y urgente por una demanda asistencial ordinaria que no se atiende en su lugar natural: la consulta del médico de cabecera, y que es una demanda que llena las salas de espera de los servicios de urgencias.

Y como contrapunto a este despropósito organizativo y asistencial, vemos a unos profesionales de consulta a los que les fallan cada día gran número de citas programadas, que no saben qué hacer con ese tiempo muerto de las citas fallidas (cada vez más numerosas), aunque si saben la razón de todo ello: todos esos pacientes que no acuden a su cita ya se pasaron antes por un servicio de urgencias para salvar las listas de espera inasumibles que se les ofrecen.

Un modelo sin pies ni cabeza, destinado al fracaso y a nuestro juicio (juicio fundamentado en jurisprudencia firme del Tribunal Supremo) ilegal. 
Ante esta situación vergonzosa el efecto PODEMOS de momento no aparece por ningún lado.

Actualmente hay todo un despliegue de propaganda política y autobombo sobre nuestra sanidad. Lo que no se dice es que es un modelo diseñado para acumular peonadas (guardias) incumpliendo la jornada ordinaria y legal de consulta. Lo que no se dice es que es un modelo para que una parte de los profesionales acumulen retribuciones (las de las guardias que se coleccionan y la de la jornada ordinaria que se incumple) muchas veces a costa de las retribuciones legales y presupuestadas de otros profesionales, como los de atención continuada (PEAC), y desde luego en contra del interés del paciente y de la eficacia del servicio.

El SESCAM se llena la boca con la creación de nuevas plazas. Lo cierto es que prepara un ERE masivo (con la colaboración de algunos sindicatos) de profesionales experimentados, interinos a los que se ha utilizado y explotado, y de los que se ha abusado en fraude de ley durante décadas, al camuflar el puesto "estructural" que ocupan como puesto 'temporal", y al no darles la oportunidad de consolidar su plaza en el plazo legal que marca la Ley. En esta estafa es la propia Administración la que ha incumplido su propia legislación.

Un puesto de trabajo que se ocupa ininterrumpidamente durante 15-20-30 años no es un puesto temporal, es un puesto estructural, pero al camuflarlo como temporal, mediante un fraude, sale más barato. Este fraude comprobado y dictaminado como tal por la justicia europea, es el motivo de las prisas repentinas para convocar OPEs, pero antes hay que solucionar el problema que ha creado dicho fraude del que han sido víctimas los interinos estafados. No pueden ser los propios interinos estafados los que paguen los platos rotos mediante un ERE masivo cuya única finalidad no es crear plazas sino cambiar a las personas de esas plazas para ahorrarse el pago de unos derechos adquiridos legítimamente (trienios, carrera profesional...).

La expulsión al paro de estos interinos longevos, algunos en la última etapa de su vida laboral, víctimas de un fraude de ley, será una vergüenza permanente que recaerá sobre los sindicatos y la Administración (PSOE) que la ejecuten. Algo parecido a lo que ocurrió con la manipulación forzada e impuesta desde fuera del artículo 135 de nuestra Constitución sin contar con el refrendo de los ciudadanos.

El SESCAM se llena la boca con la mejora de las condiciones laborales y retributivas de los profesionales sanitarios. En cuanto al personal de atención continuada (PEAC), fundamental para nuestra atención primaria, no hay ninguna mejora desde su origen (año 2005), al contrario siguen casi en las mismas condiciones penosas que en la etapa en que eran refuerzos y una vergüenza laboral ante Europa.

Al incrementar la retribución de las guardias al personal de consulta (y no su jornada ordinaria) promueven y dopan el modelo ineficaz, tóxico y fraudulento antes descrito, favoreciendo que el EAP incumpla su jornada legal de consulta (aumentando las listas de espera) para acumular guardias y horas extras (peonadas). Echan gasolina al fuego. 
Al permitir y premiar ese incumplimiento de la jornada legal (establecido como incumplimiento por jurisprudencia firme del Tribunal Supremo) están cometiendo un fraude y ocultando la necesidad de los puestos de trabajo que ese fraude camufla, que son puestos de atención continuada.

Nada nuevo bajo el sol.

Y al final lo que se produjo fue la quiebra.

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