Opinión

Les entra en el sueldo

Hace ya unos cuantos años escribí un artículo con este mismo título: Les entra en el sueldo. Me refería a las difíciles relaciones entre Felipe Gónzalez y José María Aznar, el uno Presidente y el otro jefe de la oposición.

Era evidente su falta de sintonía personal y por tanto lo mucho que les costaba entenderse. En aquellos años Aznar estaba jugando con fuego para tumbar el gobierno González, eligiendo la estrategia de la tensión.

Hoy, el problema entre Pedro Sánchez y Pablo Casado es que el Presidente no parece creer necesario contar con el principal partido de la oposición. Sánchez le debe su presidencia a los partidos independentistas y Por tanto no escatima los medios para tenerles contentos y que le continúen prestando su apoyo.

A Sánchez no parece importarle que los dirigentes independentistas le vean como un político débil al que pueden manejar a su antojo porque si París bien vale una misa para él la Moncloa no tiene precio.

De manera que cuando Sánchez, en tono engolado y solemne ,ha asegurado desde la tribuna del Congreso, que nunca se celebrara un referéndum de autodeterminación en Cataluña, Gabriel Rufian, el portavoz de Esquerra, se ha mofado de él diciendo que es cuestión de tiempo recordando que el señor Presidente ya dijo en el pasado que no habría indultos y haberlos hailos.

De manera que no es de extrañar que Pablo Casado no se fíe de Pedro Sánchez mientras que el problema de Sánchez con respecto a Casado es que no le considera, pasa de él, cree que no le necesita para nada y por tanto le ningunea cuanto puede.

Sin embargo, a ambos les entra en el sueldo hablar e intentar entenderse en las llamadas políticas de Estado.

Puede que Pedro Sánchez se haya llegado a creer que el centro-derecha no va a volver a gobernar España puesto que a los partidos independentistas les conviene más pactar con el PSOE.

Y si, no hay duda que hoy por hoy a los partidos independentistas les conviene un gobierno débil del PSOE al que le llevan del ronzal y imponen su agenda. Pero puede que un día, quién sabe cuando, quizá en las próximas elecciones generales, los ciudadanos hartos de la manera de gobernar de Sánchez decidan que hasta ahí han llegado y que prefieren un gobierno del PP incluso en compañía de VOX.

Así que es lisa y llanamente una falta de responsabilidad por parte de Sánchez no sentarse a hablar con Pablo Casado cuantas veces sea necesario para trazar las líneas rojas de las políticas de Estado.

Ya digo que es comprensible que Pablo Casado no se fíe de Pedro Sánchez porque el Presidente se ha ganado a pulso no solo que Casado sino que una inmensa mayoría de ciudadanos no se fíen de él.

La palabra y las afirmaciones de Pedro Sánchez son volátiles y hoy dice una cosa y mañana la contraria sin despeinarse. Además no le importa tensar las costuras del Estado de Derecho con tal de seguir instalado en la Moncloa.

Hay políticos que tienen la ambición de llevar adelante un proyecto y hay otros que su ambición se ve colmada simplemente con tener el bastón de mando. Pedro Sánchez es de estos últimos.

Volviendo al título de este artículo resulta baladí recordar que hoy por hoy tanto PSOE como el PP son los dos partidos mayoritarios y por tanto sobre los que puede recaer la posibilidad de intentar formar gobierno lo que obliga a sus líderes a sentarse a hablar. Nadie les pide que sean amigos, simplemente que cumplan con su obligación. Y desde luego el que tiene la mayor responsabilidad de que ese diálogo sea posible es Pedro Sánchez puesto que es el Presidente del Gobierno.

Que Sánchez se siente con Pére Aragonés sin haberlo hecho previamente con Pablo Casado es lisa y llanamente un dislate.

Vuelvo al principio: al Jefe del Gobierno y al jefe de la oposición les entra en el sueldo sentarse a hablar sobre los asuntos de Estado. Y no deberían dejar que pase un día más sin hacerlo.

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