Opinión

El hombre que jamás se rinde

Estar en la Biblioteca de Castilla-La Mancha me ha proporcionado muchas satisfacciones personales y profesionales. Ahora, ya jubilado,  ha sido por la presencia de un gallego de Valdeorras, Antonio Castro Voces. El sábado 20 de octubre se presentó su libro “Ultreya et Suseya, por el camino de invierno” y sin duda esta fecha quedará registrada en la memoria de cuantas personas asistimos a esta presentación.

Antonio Castro es uno de los autores de este libro sobre el Camino de Santiago, junto a  David Daniel Vázquez y Patricia Fernández, la autora de las magníficas ilustraciones que sobre el camino de invierno se incluyen en el libro.  

“Lo esencial es invisible a los ojos”, dijo Antoine de Saint-Exupéry en El Principito. Y lo que ocurrió en el salón de actos de la Biblioteca en el primer día de huelga que ha vivido este centro en su historia fue un verdadero acontecimiento que sólo pudimos contemplar y vivir el centenar de afortunados que nos encontramos en aquella sala. Los medios de comunicación y las cámaras tenían que atender numerosas situaciones que acontecen en la vida cotidiana de Toledo, y sólo un “disidente”, Bruno, llegado de Galicia, inmortalizó en sus imágenes el acto.  El protagonista era Antonio Castro Voces, a quien conocí cuando yo trabajaba en el Hospital Nacional de Parapléjicos.  En aquel centro descubrí el sufrimiento y el dolor humano más fuerte. Antonio había sufrido un accidente de tráfico en su juventud que le dejó tetrapléjico. Estuvo ingresado en el Hospital toledano y por su enfermedad está obligado a retornar a nuestra ciudad a menudo, para revisiones y a veces para “darle cuerda” para otro tiempo…

Ya tetrapléjico estudió Historia en la universidad de Santiago de Compostela. Su padre le llevaba diariamente a las clases. Tras terminar los estudios se introdujo en la investigación histórica, superando muchas dificultades para acceder a los archivos y otros centros de investigación. Su tetraplejia no le ha impedido tener un envidiable amor a la vida y desarrollar una actividad investigadora inusual que es todo un ejemplo. Con esta obra ya son 16 los libros escritos por este autor. Es miembro del Instituto de Estudios Valdeorreses (IEV) y ha sido pregonero en distintas localidades, pronunciando conferencias y recibiendo diversos homenajes. En sus intervenciones se percibe su amor por la vida, su vitalidad, mostrándose incluso como un perfecto activista que reivindica autovías y otros servicios públicos en una tierra, Valdeorras, marginada pero que eleva la voz.

Antonio Castro tenía un sueño. Había venido a la Biblioteca en distintas ocasiones y conocido sus instalaciones. Hace más de un año teníamos previsto que pronunciara una conferencia pero la enfermedad no le dejó. Al publicar este libro quería presentarlo en Toledo, en el cielo de la Biblioteca, y encontrarse con tantos amigos a los que quería agradecer su profesionalidad, ayuda, amistad…. La amistad es uno de los motores que ayudan a un ser humano a combatir y a superar las dificultades. También la fe, la constancia, las ganas de superación…. Antonio es un ejemplo de superación, de avanzar en medio de las olas, de caminar, aunque sea en su silla de ruedas, rompiendo el pesimismo y la desesperación que a cada momento nos inunda desde los medios de comunicación y desde la propia sociedad. Cuando hay tantas personas que ante una enfermedad de este carácter pierden el sentido de la vida e incluso llegan al suicidio, él siempre ha mostrado una actitud de fortaleza y esperanza, agarrándose con firmeza a la vida,  afrontando las dificultades y dando una lección a muchas personas que vemos en él un símbolo de la fe en la vida. Frente a quienes defienden al personaje de la película Mar adentro, que muestra la lucha por morir, Antonio cada día revindica el combate por vivir, por amar la vida.

Es un combatiente en paz, un hombre que no se rinde, que conversa y consigue comunicarse con quien se encuentra y lo convierte en amigo. En la Biblioteca había médicos y otro personal sanitario del Hospital de parapléjicos; pero también otras personas venidas de distintas tierras que un día conocieron a  Antonio y habían bordado lazos de amistad lo largo de cuatro décadas.

El libro, que contiene unas bellísimas ilustraciones con las rutas de este Camino de Santiago de invierno, es una historia de amor que narra las peripecias de Breixo y Fronilde, dos jóvenes enamorados que quieren casarse a pesar de cierta oposición familiar. En Santa María de Carracedo les suceden una serie de acontecimientos que trastocan de raíz sus pretensiones iniciales: entra en sus vidas un recién nacido, Rodolfo, hijo de la enigmática Ingrid. De algún modo, el Camino de Santiago se ha hecho presente en Toledo con una novela singular. El título ya sugiere el contenido pues “Ultreya et Suseya” son las palabras que se pronunciaban antiguamente como saludo entre los peregrinos. Cuando un peregrino saludaba a otro decía: “Ultreya” (o Ultreia) (“Vamos más allá”) y el saludado le respondía con “Et suseya” (o Et Suseia) (“Y vamos más arriba”). Antonio Castro lo concibió y se supo acompañar de otros dos caminantes. David, maestro jubilado, le dijo: “¿Pero Antonio qué vamos a hacer un maestro con muletas y tú, sentado en tu silla, para andar el Camino?” ¡Y vaya si lo han hecho!: este libro invita a recorrer el Camino de invierno de Santiago, por territorios y localidades bellísimas. Y además van a conseguir que otras muchas personas se conviertan en caminantes hacia Santiago. De momento, han conseguido una cosa: escuchando a Antonio hemos comprendido que nunca podemos rendirnos y que tenemos la obligación, cada cual en su situación o en su puesto de trabajo, de contribuir a generar esperanza y solidaridad en nuestro entorno. El filósofo toledano José Antonio Marina  dijo en mayo de 2013, cuando fue nombrado primer Socio de Honor, que la Biblioteca era “Un laboratorio para la ciudad soñada”. Es verdad, pero yo añadiría: y para construir personas entusiasmadas por vivir y ayudar a vivir. Lo hemos contemplado en la Biblioteca de Castilla-La Mancha.

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