Opinión

La industria: fundamento del cambio productivo

Si 2014 fue el año en el que la industria comenzó una ligera recuperación después de seis ejercicios de caídas importantes, 2015 ha sido el año de la ...

Si 2014 fue el año en el que la industria comenzó una ligera recuperación después de seis ejercicios de caídas importantes, 2015 ha sido el año de la aceleración de este proceso y 2016 debe ser el año de consolidación del despegue industrial, con un cambio cualitativo reseñable hacia la potenciación de un modelo industrial con empresas más avanzadas tecnológicamente y con un mayor valor añadido. Pero, al mismo tiempo, el incremento de la demanda interna y la recuperación del sector inmobiliario está impulsando la recuperación de industrias que entraron en crisis al hilo de la explosión de la burbuja inmobiliaria, como la fabricación de muebles, accesorios sanitarios, electrodomésticos, etc., tan importantes en nuestra región,  pero ahora con un reto fundamental como es dimensionarse a las nuevas demandas y condiciones del mercado.

Por su parte, las industrias intensivas en mano de obra están volviendo a recuperar rentabilidades razonables debido a los ajustes salariales derivados de la reforma laboral. En este sentido, merece señalarse al sector textil que es uno de los que más deslocalizaciones ha sufrido desde 2005, pero que ha vuelto a pulsar con fuerza en los últimos años, creciendo en 2015 a tasas superiores al 15% debido al ajuste de los costes laborales combinados con una mayor cualificación y especialización del personal lo que permite aumentar de forma relevante la productividad general del sector y ser competitivos con otras regiones mundiales.

La industria del automóvil también se ha beneficiado de alguno de los elementos incorporados con la reforma laboral. En concreto, la doble escala salarial ha permitido la activación de nuevas líneas de producción y la incorporación de nuevos modelos, aumentando la inversión y alejando los riesgos de posibles cierres de líneas con el consiguiente coste en empleos. Aunque el 80% de la producción automovilística se exporta, no parece que se vaya a resentir la demanda externa ya que tanto Francia y Alemania, nuestros principales clientes, siguen optando por vehículos de segmento medio que son los producidos en nuestro territorio.

Un elemento que sintetiza la dinámica optimista del sector industrial es la demanda de inversiones. Sercobe estima que la compra de bienes de equipo por parte de la industria nacional habrá crecido en 2015 en un 12,5% respecto a 2014. Esta inversión debe estar correlacionada con un aumento de capacidad y eficiencia productiva para el año 2016 que debe impulsar el crecimiento económico.

Sin embargo, este panorama exige considerar una serie de cuestiones que pueden actuar como restricciones a esta dinámica expansionistas y que pueden limitar o condicionar la competitividad de nuestra industria: los precios de la energía, los costes fiscales, los costes financieros y los costes logísticos.

Los precios de la energía, y en particular de la electricidad y del gas, siguen siendo uno de los más elevados de la UE, a pesar de la caída de la electricidad industrial un 6,4% en 2015. Existe cierto consenso en que para abaratar la energía hay que seguir recortando los costes del recibo ajenos a la mera generación eléctrica, además de profundizar en las interconexiones eléctricas con Europa y en la generación de un hub de gas industrial en la península ibérica.

La tributación empresarial es una de las más elevadas de la OCDE, sobre todo en lo que respecta a las cotizaciones sociales con cargo a las empresas. Estas suponen un 27,9 del coste laboral, lo que las sitúa un 20% por encima de la media de los países desarrollados. Por su parte, los costes financieros se han reducido de forma significativa en los últimos años, pero todavía mantenemos cierto diferencial con Francia y Alemania, que podría verse ampliado si los episodios de inestabilidad política en España se mantienen en el tiempo al proyectarse en las primas de riesgo país.Por último nuestra situación geográfica hace que los costes de transporte puedan suponer un hándicap a nuestra capacidad exportadora. Entre ellos destacaríamos los costes burocráticos y de tasas vinculadas a la exportación de productos, entre otros.

En definitiva, la defensa de un cambio de modelo productivo sano a medio plazo exige apostar por un sector industrial fuerte y consolidado. Gran parte del empleo estable y de calidad depende de que este reto estructural de la economía española y castellano manchega se logre mejorando lo que tenemos y facilitando la generación y localización de nuevas actividades industriales.

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