Opinión

Ya somos legales

Tal día como hoy, hace 42 años, se legalizó el Partido Comunista de España, partido en el que militaba desde 1973. Era Sábado Santo.

Volvía de Alicante en mi coche cuando escuché la noticia por la radio. Imaginaros mi alegría y la de cientos, la de miles y miles de ciudadanos de este país. Llegué a Albacete a las 9.30 de la noche. Un grupo de militantes nos reunimos a celebrarlo y organizarnos para salir el domingo de Resurrección al centro de la ciudad a repartir propaganda en libertad, como se hizo en la mayoría de pueblos y ciudades.

Lógicamente, fue un acontecimiento que marcó el devenir de nuestro país. Sin la legalización del PCE el proceso de transición de la dictadura a la democracia no hubiera sido posible.

Imaginaros igualmente la tensión y la indignación de todos aquellos que desde los aparatos del Estado y de algunas Instituciones estuvieron frenando, dinamitando, por todos los medios, incluid el asesinato –no hacía tres meses de la matanza de Atocha-, para que la libertad y la democracia no llegara y el proceso iniciado fracasara. La revuelta en los cuarteles y en las estructuras del Régimen fue mayúscula. No pararon hasta el 23 de febrero de 1981, cuando asaltaron el Congreso de los Diputados, aunque el Golpe de Estado fracasó. 

Hoy no puedo por menos que recordarlo y hacerlo con alegría y afirmar que el PCE fue un partido decisivo en la lucha contra la dictadura y hacer posible que la senda de la libertad y la democracia se abriera camino. Su contribución y la de de sus militantes nadie puede ni debe negar. Éramos muchos, jóvenes y menos jóvenes que creíamos en la libertad y la democracia como factores decisivos para el avance y el progreso social. 

Es evidente que hoy, la sociedad es completamente diferente a la de los años setenta. Hoy vivimos en libertad y el país se ha transformado profundamente. Solo hay que mirar nuestras ciudades, nuestras infraestructuras, nuestra sanidad o enseñanza, nuestros servicios sociales. Pero ello no puede ser óbice para afirmar que quedan muchas, demasiadas cosas, por transformar.

Seguro que se cometieron muchos errores, ¡quien en aquellas circunstancias no los hubiera cometido, que el cambio no fue ni todo lo contundente ni radical que muchos deseábamos pero fue el posible. No acepto que se califique a quienes estaban al frente de la organizaciones políticas y sindicales de la época ni de casta, ni mucho menos, de régimen del 78. La llamada generación de la transición debiera tener un amplio y merecido reconocimiento social. 

En estos momentos no podemos ni debemos pasar por alto que hay quienes, usando el sistema democrático, están intentando devolvernos al pasado, recurriendo al miedo, a la tensión, al insulto, a la descalificación, a la mentira, con el objetivo de controlar el poder político y desde él imponernos a los segmentos más débiles de la sociedad, a los trabajadores, a las clases medias, recortes de las libertades y una vez logrado imponernos con más facilidad recortes sobre los derechos sociales y laborales básicos que durante estos años de libertad hemos conquistado. Sabemos por experiencias recientes que cuando gobiernan no lo dudan.  

Estamos viendo que con mensajes simplistas, pero muy peligrosos, se intenta crear miedo y zozobra en la inmensa mayoría de los ciudadanos. La extrema derecha se ha hecho con el poder en EE.UU, en Brasil, en Italia, Hungría o está avanzando en muchos países europeos.

Recordar este 42 aniversario de la legalización del PCE nos debe servir como acicate para reforzar nuestro compromiso con la libertad, la democracia y el progreso social, y que ese compromiso se transforme en participación y votos el próximo 28 de Abril. El mío está garantizado.

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