Opinión

'La voz del mar' de Consolación González-Rico

Consolación González Rico es una de nuestras escritoras toledanas más importantes. Su última novela publicada “Esclavos de un motivo” fue...

Consolación González Rico es una de nuestras escritoras toledanas más importantes. Su última novela publicada “Esclavos de un motivo” fue finalista en una de las ediciones del Premio Planeta. En 2008 ganó el Premio Alfonso VIII de Narrativa Diputación de Cuenca con  “Una mujer de la Oretana”, historia ambientada en los Montes de Toledo.  Mi novela preferida es “La voz del mar”, novela que publica la editorial Ledoria, editorial importantísima en la difusión tanto de autores  toledanos, como de temática relacionada con esta tierra. Este texto es una  novela que apenas sobrepasa las cien páginas, pero que  son de intensa lectura de principio a fin, porque nos identificamos con Celia, la protagonista.  A veces, hay novelas farragosas, donde hay acumulación de párrafos que no aportan nada a la historia, que rompen el hilo narrativo. En el caso de “La voz del mar” todo está bien encajado y el estilo literario es poético y directo a la vez. En cierta medida, juega con un impresionismo literario, basado en los recuerdos. Es una novela de “intrahistoria”, como aquellas novelas que escribía Miguel de Unamuno.

Celia decirse irse lejos, abandonar su territorio, porque su vida se ha convertido  en un infierno. Por esa circunstancia viaja en tren  hasta Girona, pero el destino podría haber sido otro cualquiera. Quería estar lejos y entregarse al mar, fundirse con sus olas. A partir de aquí, hay una magnífica construcción de una historia, la historia personal basada en una vida de recuerdos  buenos y malos, como toda vida en general.  Celia sabe que se ha roto  el aparente triángulo feliz de su familia, compuesta por su marido Jaime y su hija Irene. Al igual que el personaje de Crisanta de la citada novela “Una mujer de la Oretana”, Celia es una mujer de orígenes humildes, luchadora en un mundo  de poderes machistas. En definitiva, el lector, como fue mi caso, se emociona con esta joya literaria, que se lee de un tirón, dejando después una sensación reconfortante.

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