Opinión

Veinte años

Al final de cada año, hacemos un balance que no es otra cosa que mirar hacia atrás y hacer un repaso de los acontecimientos  ocurridos, los hechos que recordamos a veces con la dificultad de que todavía no ha pasado el tiempo suficiente para la nostalgia o para el olvido. La vida avanza como lo hace el ciclo de las estaciones y bien podríamos analizar los doce meses de un año, escuchando “Las cuatro estaciones” de Antonio Vivaldi, a pesar de que el cambio climático se encarga año tras año de eliminar las estaciones  tradicionales en la naturaleza. Pero un ejercicio más amplio de memoria sería trasladarnos veinte años atrás, volver a 1997 y comprobar cómo han cambiado las cosas, o por el contrario  tener la evidencia de que nada ha cambiado, de que todo sigue igual.

En el colegio nos explicaron la importancia de las generaciones en la literatura, según la teoría de Julius Petersen. Los escritores que forman una generación son  grupos de intelectuales, que tienen una formación académica parecida y son testigos de unas referencias sociales en un marco común. En 1997  hubo noticias que siempre se recordarán, en el ámbito internacional  fue la muerte de Diana de Gales, en nuestro país fue el asesinato de Miguel Ángel Blanco uno de los  sucesos más luctuosos.  Para un componente de la masiva generación del Baby Boom  aquellos hechos ocurrieron en un lejano verano, en los que todavía gozaban de una juventud placentera, en el comienzo de una madurez llena de incertidumbres. Para los millennials  mirar hacia 1997 supone un ejercicio de arqueología cultural, donde apenas existía internet ni telefonía móvil.

Como siempre, el cine es un  buen ejercicio de sociología. Por estas fechas está triunfando  la película “Perfectos desconocidos” de Álex de la Iglesia, una sátira sobre la  desmedida importancia que tienen los teléfonos móviles en las relaciones sociales en nuestra sociedad.  Curiosamente uno de los protagonistas es el actor Eduardo Noriega, que en 1997 interpreta a un atractivo joven en “Abre los ojos”. Es una película de culto, pero una persona de veinte años en 2017 posiblemente verá los rudimentos técnicos en la comunicación, la ausencia de las redes sociales, es decir, un nativo digital descubrirá que antes había vida sin internet.

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