El turismo sostenible

Toledo es una ciudad a la que siempre han llegado turistas o viajeros, que es una forma más literaria y romántica de denominar a aquellas personas que se desplazan buscando experiencias emocionales gracias al contacto con la belleza.  En ese sentido, nace el turismo en el “Grand Tour” que era un viaje formativo de jóvenes europeos de la clase social alta con visita obligada a Francia e Italia. Era la época de la Ilustración y, con una mentalidad racional y humanista, los más acomodados económicamente se desplazaban por puro placer para la contemplación de ciudades, de paisajes históricos y naturales que conformaban la cultura europea.

El libro de Isabel Ralero Visitantes y residentes   analiza la situación del turismo en Toledo, indicando la importancia de este motor económico como generador de empleo, pero también como origen de problemas de convivencia entre los vecinos, puesto que la actividad turística puede fagocitar la forma de vida que teníamos años atrás, precisamente puede destruir el reclamo por el que se desplazan aquellos que quieren disfrutar de su tiempo de ocio o de vacaciones.   La autora indica que en las sociedades globalizadas todos los productos culturales son susceptibles de convertirse en productos económicos.  Así pues, es curioso que haya asiáticos que vienen a Toledo a comprar productos asiáticos, fabricados en China.

Para encontrar un turismo sostenible hay que dar vida a un casco histórico como barrio, como lugar para la vida y la relación vecinal. En este ensayo aparece una idea muy interesante, sugiriendo la necesidad de cambiar el turismo urbano sin ciudades por la ciudad de ciudadanos con turistas.  La turismofobia ha calado en los residentes, por el malestar del día a día, incluso se cuestiona que el turismo traiga tantos beneficios económicos a las ciudades, porque todo se precariza y el dinero a mansalva nunca llega a los guías turísticos ni al pequeño negocio hostelero.

Por esta ciudad han pasado grandes viajeros como el poeta Rilke que quería recibir las sensaciones de un Toledo mágico, cercano a lo fantasmagórico, por eso paseaba continuamente por la ciudad.  En uno de sus poemas recoge la imagen de una estrella que cae del cielo, mientras él camina por el puente de San Martín. Al mismo tiempo, continuamente han llegado masas de turistas que apenas han estado unas horas en la ciudad como recoge la secuencia de la película Los tramposos de Pedro Lazaga, que vienen en un autobús desde Madrid y contemplan fugazmente la panorámica de una de las ciudades más bonitas del mundo.