Opinión

Toledo en cien años

El libro “Toledo en cien años”, publicado  por Editorial Ledoria, recoge unas conferencias que se pronunciaron en la Biblioteca de Castilla-La Mancha en el año 2017. En estos textos se reflexiona sobre la ciudad que queremos dentro de cien años, con la esperanza de que perduren los vestigios del pasado glorioso, pero con el temor de ser una urbe totalmente distinta e irreconocible.  Los ponentes de estas charlas son arquitectos, historiadores, geógrafos, que con gran claridad presentan conceptos técnicos, como aquello de “ciudad archipiélago”, en la que está sumida la ciudad, una vez que el casco histórico se va desmantelando de población (con un censo aproximado en la actualidad de 10.000 habitantes). A Toledo en sus últimos cincuenta años le van saliendo barrios, cada vez más desestructurados, con una difícil o imposible coordinación en transporte y servicios fundamentales.

Para mirar al futuro también hay que mirar al pasado, por lo que hay referencias inevitables a la visión que tenían escritores como Azorín a principios de siglo XX,  en su novela “La voluntad”. De una imagen de ciudad provinciana, tenebrosa y  decadente pasamos a una ciudad Patrimonio de la Humanidad, con la vitalidad  que le da la capitalidad de Castilla-La Mancha, tener sedes universitarias, además de ser un punto turístico de orden internacional. No obstante,  sobre Toledo siempre penden unos peligros que son los de la especulación inmobiliaria, intereses privados que se imponen al interés público. Precisamente algunos de estos peligros son los Planes de Ordenación Municipal, como en el POM de 2007, que pretendía urbanizar todo terreno posible, según los cánones del boom de la construcción, que  se paralizó al pinchar la burbuja inmobiliaria.

Es un anhelo común en todas estas conferencias preservar las identidades de lo que ha hecho a Toledo universal, su paisaje y el río Tajo. Sería fundamental conservar  las mismas panorámicas como las que describían los viajeros al llegar a la ciudad y quedar maravillados por espectáculo semejante. Pero, sin duda, el objetivo principal sería conservar un río Tajo, como eje vertebrador de la ciudad, limpio, caudaloso, como rememorando las églogas de Garcilaso de la Vega.

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