Opinión

El poeta Francisco Brines

El  poeta  y académico  valenciano  Francisco Brines  ha ganado el Premio Cervantes. Es una buena noticia  para los amantes de la poesía,  un género a veces tildado de minoritario, pero que es el germen de toda creación literaria. No en vano, la poesía es la primera manifestación artística de las emociones mediante  la belleza de las palabras.  Precisamente, Francisco Brines sabe dar al uso corriente del lenguaje la trascendencia que necesita toda obra literaria.  Es un poeta del “grupo poético de los 50”, según la antología poética de 1978, en la que Juan García Hortelano reunía a escritores como Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma o José Ángel Valente.   

     Su   primer libro publicado “Las Brasas” de 1960  recoge todo lo que será su universo literario: el tiempo abordado desde la nostalgia. 

“Cruza la diminuta puerta. Llegan

del campo aullidos, y una  sombra fría

penetra en el balcón y es un aliento

de muerte poderoso. Es  la casa

que se empieza a caer, húmeda y sola”.

En  1966  publica  “Palabras a la oscuridad”. En este libro aparecen alusiones a sus viajes por el mundo. Hay escenas anecdóticas en Venecia, París, Oxford. Mezcla sus recuerdos con el acento intimista, con una actitud reflexiva. El poeta sabe  que el paso del tiempo es atroz y es un camino hacia la muerte, sin embargo reconoce que es hermoso vivir. El poema “Oscureciendo el bosque” puede ser un buen ejemplo de la exaltación de los momentos plenos o de la recuperación del “Carpe diem” de la poesía clásica latina, a pesar de que la vida es fugacidad y olvido.

“Toda esta hermosa tarde, de poca luz,

caída sobre los grises bosques de Inglaterra,

es tiempo….

Cercado de tinieblas, yo he tocado mi cuerpo

Y era apenas rescoldo de calor,

También casi ceniza.

Y sentido después que mi figura se borraba.

Mirad con cuánto gozo os digo

Que es hermoso vivir”.

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