Es frecuente escuchar en las tertulias de los medios de comunicación referencias a la pobreza en España. Ya son muchos los que aseveran con una rotundidad, que roza la socarronería, que en España no hay índices alarmantes de pobreza, que los datos estadísticos son fruto de la exageración o de la manipulación política. Algunos hablan desde la complacencia, porque desde su punto acomodado y conservador saben que ni ellos, ni sus hijos, ni sus nietos tendrán problemas económicos. Dicen que si las cifras de paro fueran tan alarmantes habría una revolución, un estallido social. Pero, curiosamente, son los mismos que se quejan de que hayan llegado a la política movimientos sociales a los que llaman antisistema, chavistas y toda suerte de improperios.
En un reciente artículo “¿Hay un 22,2 % de españoles pobres?”, www.elmundo.es el 14 de julio de 2015, Joaquín Leguina argumenta que no hay tanta pobreza en este país, porque tenemos una sanidad universal y una educación obligatoria gratuita. Como buen sociólogo, el que fuera presidente socialista de la Comunidad de Madrid, maneja datos y saca unas conclusiones más científicas que reales. Lo que entendemos es que políticos como Leguina están tan alejados de la calle, tan desvinculados del día a día que no son creíbles sus explicaciones. A veces, se identifica la pobreza con las imágenes devastadoras del Tercer Mundo o con la ruindad moral y económica que trajo la Guerra Civil a España en la posguerra. Por suerte, no son esos extremos, pero sí es cierto que ahora, en nuestra sociedad del bienestar, tener trabajo no garantiza a nadie salir de ese umbral de la pobreza.
La película “El mundo sigue”, que Fernando Fernán-Gómez dirigió en 1.963, está considerada una película de culto, una de las películas más inquietantes de nuestro cine. Sufrió todos los ataques de la censura, porque con un estilo naturalista adaptaba la novela del escritor vasco Zunzunegui.
Aparecen las desigualdades sociales y la precariedad laboral en un país que aparentemente progresaba en aquella ya lejana década de los años sesenta. La proyección resmasterizada de esta película en las salas comerciales es todo un éxito. En ocasiones, para entender la sociedad actual hay que conocer las situaciones del pasado.