Opinión

Los males del periodismo

Una de las evidencias más importantes en nuestra sociedad  es la transformación de los medios de comunicación, del formato tradicional, decimonónico, como lo concibiera Francisco Mariano Nipho en el siglo XVIII, a una dimensión digital  tan innovadora como etérea, que a todos se nos escapa su alcance. El papel impreso está desapareciendo, sustituido por una pantalla que aparece en aparatos informáticos, como un milagro de la tecnología, porque podemos leer la prensa en nuestra tableta, ordenador o teléfono móvil. Posiblemente  Mariano José de Larra en esta época sería conocido con su seudónimo de Fígaro, pero ahora sería un blogger  con miles de seguidores, que nunca han leído un periódico en papel como lo fueron los rudimentarios folletines de la prensa romántica, donde cabían información, novelas por entregas y artículos satíricos. Sin embargo, recuerdo que en una tertulia radiofónica sobre la situación del periodismo actual,  el periodista Casimiro García-Abadillo precisaba que todavía los ingresos más importantes de la prensa escrita se consiguen con la venta  en los quioscos y que el negocio en internet es todavía una quimera.

El periodismo sufre en la actualidad muchos males. En algunos casos la crisis económica ha ahondado en la precariedad laboral y en el cierre de muchos medios de comunicación.  Es algo que ha ocurrido en todos los sectores, pero la prensa  se enfrenta a  la invasión de las nuevas tecnologías donde impera la gratuidad y la dispersión de las redes sociales. Cualquiera con una cámara de fotos puede ser un reportero y además se atreve a argumentar sin un juicio crítico y formado sobre cualquier tema. El problema principal del periodismo es que se ha usurpado el oficio y las tradicionales fuentes de información como las agencias de noticias están desapareciendo. No hay dinero para corresponsales competentes que vayan al  lugar de la noticia y eso se improvisa con imágenes de archivo o fotos o comentarios de algún ciudadano anónimo.

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