Opinión

La vivienda

El tema de la vivienda se ha convertido en un tema tan recurrente que es ya un asunto aburrido y exasperante.  Algunos dicen que la vivienda es como el amor “hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana”, en relación a la escalada abusiva de precios, si bien también hay que decir que ese amor se puede romper de manera abrupta, como  ocurrió con el valor inmobiliario durante la crisis económica. Lo cierto es que cuando analizamos la situación de la vivienda en España no hay nada racional ni programado, todo funciona con bandazos extremos sin ningún tipo de planificación.   Algo parecido pasó con la “crisis de los tulipanes” en el siglo XVII, porque la subida exorbitada de precios de esta planta provocó una burbuja económica en los Países Bajos, con una consecuencia de bancarrota y de crisis, que los economistas actuales han citado como ejemplo de uno de los primeros antecedentes de nuestra más cercana recesión económica.

La vivienda no es un objeto estético ni un capricho de distinción, como ocurrió con los tulipanes, es un bien de primera necesidad. Las circunstancias actuales han provocado  que una propiedad inmobiliaria sea un producto financiero con el que ganar dinero por medio de la especulación. Esto provoca una sociedad muy desigual, entre el regocijo de unos pocos y el malestar de la mayoría de la población, sobre todo los más jóvenes que nunca pueden dejar de serlo, por la imposibilidad de tener un hogar. Por otra parte, en nuestro país el mercado del alquiler, a diferencia de otros países europeos, es rígido y la mayoría de las medidas políticas que se toman no sirven nada más que para favorecer el lucro de un mercado libre y salvaje.  En definitiva, para conocer mejor todos los desmanes y desastres del mercado inmobiliario siempre hay que recodar las excelentes novelas “Crematorio” y “En la orilla” del escritor valenciano Rafael Chirbes, fallecido en 2015, porque estos textos recogen el convulso periodo de la España más cercana y contemporánea, dominado por la corrupción política, por los desastres medioambientales de la costa levantina.

Comentarios