Opinión

La España vacía

En 2016  apareció en el panorama editorial el ensayo “La España vacía” de Sergio del Molino. Esta obra ha tenido una gran difusión, de manera que se ha convertido en toda una presentación de la España despoblada, aquella tierra olvidada de las administraciones públicas, que tiene una población muy envejecida, sin apenas personas jóvenes en sus municipios. Sergio del Molino es un escritor versátil, porque contrasta datos y documentación con un estilo literario que hace amena la lectura de este texto ágil y contundente. España siempre ha sido, desde la época del Renacimiento, un país de éxodos rurales hacia la vida más placentera de las urbes. Así pues, ya Fray Antonio de Guevara en su “Menosprecio de corte y alabanza de aldea”  maneja todos los tópicos superficiales de la vida apacible del campo, alejado del trasiego y conflicto de la ciudad.

En el territorio de la España vacía  viven cuatro millones de habitantes, por lo general en las regiones centrales del país. La imagen nocturna desde un satélite  muestra, sin ningún tipo de duda, que la contaminación lumínica corresponde a las grandes concentraciones urbanas, Madrid y la costa del Mediterráneo.  La España vacía está muy cerca de las grandes ciudades, porque apenas recorremos 50 kilómetros al sur de la capital de España y encontramos pueblos como Fuentidueña de Tajo, cuya forma de vida, a excepción de la cercanía de la gran mole urbana, podría ser la de cualquier villa de la serranía de Teruel. España es el único país de Europa en el que grandes ciudades como Madrid, Zaragoza, Valladolid son auténticas islas, rodeadas de la nada, con grandes extensiones de terrenos, que antes eran fértiles campos de cultivo, donde ahora la agricultura brilla por su ausencia.

Las referencias literarias de este ensayo nos llevan a similares planteamientos que ya hacían los escritores de la Generación del 98, tan preocupados por la tierra de Castilla y su evidente decadencia después de un esplendor histórico.  Estas inquietudes ya las tenían Miguel de Unamuno o Antonio Machado, puesto que en algunas de sus obras eran auténticos paisajistas, donde mezclaban el lirismo y la crítica por la situación de una España olvidada. Con todo esto, hay un análisis  de una auténtica obra maestra del cine documental, que filmó Luis Buñuel en 1932: “Las Hurdes, tierra sin pan”, una película de culto, que refleja la atrocidad de una vida de miseria. También no podría faltar en este libro la figura del gran escritor Miguel Delibes, conocedor de las entrañas de la vida rural, que retrató en su novela “El disputado voto del Sr. Cayo”, ya en el comienzo de nuestra democracia.

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