El hombre gratis
Nos hemos acostumbrado a ser trabajadores de nuestros propios bancos porque nos obligan a realizar transferencias y consultas económicas en sus aplicaciones informáticas o usar unos cajeros automáticos con instrucciones ininteligibles. También parecemos auxiliares administrativos que pelean con desigual pericia con la burocracia que exige la Administración, para lo que coloquialmente llamamos hacer papeleos. Por esta razón, se ha convertido en una odisea entregar una solicitud de matriculación en el colegio de los hijos o sacar un billete de avión.
Como indica Mario Jaramillo en su ensayo El hombre gratis, estamos regalando de manera gratuita y altruista, por medio de la tecnología, nuestro tiempo a entidades que antes atendían con la paciencia del trato directo y la empatía del cara a cara. El autor asegura que se creía que la revolución digital podría compensar la pérdida de trabajo con nuevos empleos, sin embargo, por ahora, ha destruido más de los que ha logrado crear. En realidad, nosotros sustituimos a esos empleados despedidos de unas empresas que rozan beneficios exorbitantes, cuando realizamos las actividades que hacían de manera competente y profesional.
La aparición de internet ha impulsado de una manera global el comercio y el consumo de masas, como también la sensación de naufragio, que el autor analiza sabiamente, ya que nos ahogamos en medio de la información sin saber si es falsa o verdadera, mientras aceptamos cookies que es la forma de ceder gratuitamente nuestra información personal por la que otros se enriquecen.