Opinión

Casco Histórico de Toledo

Bajo el título “Casco histórico de Toledo. Construir la convivencia”  aparece un libro imprescindible para entender el presente y el futuro del corazón de la ciudad, para conocer la realidad del casco, más allá de las referencias y glorias del pasado.  Encontramos datos, estadísticas, pirámides de población, entrevistas abiertas, todo ello correctamente expuesto por geógrafos, sociólogos, arquitectos, con la coordinación y edición de Javier Manzano.  La intención de esta obra es hacer una radiografía, un chequeo del casco histórico, como el que se hace un análisis médico para detectar cualquier tipo de anomalía y enfermedad. Los resultados son muy claros, porque ante la presencia de un barrio amable, que parece morir de éxito, encontramos una población envejecida, el fenómeno de la despoblación y muchas dificultades para  los 10.000 habitantes empadronados. No en vano, a los residentes del casco se les llama resistentes, porque tienen que hacer frente al encarecimiento de la vida cotidiana, además de la falta de servicios públicos y de espacios para el juego de los niños.

Para entender la intrahistoria del casco histórico  hay que mencionar dos películas españolas de un estilo claramente realista.  “El buen amor” de Francisco Regueiro, estrenada en 1963, muestra el paseo turístico de unos novios madrileños en un Toledo de vida intramuros. En una secuencia observamos que no existen los barrios de Palomarejos, Buenavista.  La Ciudad Imperial desde 1940 estaba declarada conjunto histórico monumento-artístico. En la década de los sesenta prácticamente la población de Toledo era la población del casco, unos 34.000 habitantes. A partir de los años setenta comenzó el éxodo hacia la periferia.  La otra interesante película, imprescindible por tratar el tema de la violencia de género, es “Te doy mis ojos” de Icíar Bollaín, de 2003. En este caso, ya Toledo es Ciudad Patrimonio de la Humanidad, la mayoría de las familias con hijos viven en barrios como el Polígono. En general, la vida se hace extramuros del casco histórico, al que  acuden diariamente los turistas y los funcionarios.

El libro “Casco histórico de Toledo”, una vez visto el diagnóstico, busca soluciones, propuestas, y muchas de ellas son de sentido común, como el deseo de que ganen protagonismo los espacios verdes, los parques infantiles.  En una sociedad envejecida, la mejor inversión es hacer posible la vida de las familias, por eso es de alabar la labor de los padres y profesores del Colegio Público San Lucas y María, que defienden a ultranza la integración, y la calidad de vida para la infancia.  Por otra parte, ante los problemas eternos del tráfico, especulación inmobiliaria, aparecen nuevas complicaciones, que denominamos con palabras que antes no existían como gentrificación y turistificación. El turismo es un fenómeno global, y todos somos turistas y no somos viajeros, porque como ya decía Paul Bowles en “El cielo protector” hemos preferido la rapidez, el billete de vuelta del  turista a la lentitud y riesgo del viajero.

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