Siempre hemos asociado el significado de brecha al malestar que provoca una herida en la cabeza, provocada por un golpe fortuito. También las hendiduras de una pared son las imágenes que tenemos de lo que es una brecha con su sentido de rotura y fractura. Así pues, el diccionario académico recoge estas acepciones como las principales significaciones del término. En la actualidad utilizamos continuamente la palabra brecha como sinónimo de desigualdad, porque España es un país lleno de brechas, de desajustes en varios sectores de la sociedad, que limitan las aspiraciones de muchas personas y provocan una mala calidad de vida.
Las desigualdades son de todo tipo, porque estas brechas son cada vez más pronunciadas, como esas grietas de un edificio que amenaza con derrumbarse ante la sorpresa de los viandantes. Hay brechas entre hombre y mujer, algo tan inconcebible a estas alturas de desarrollo democrático, pero lo cierto es que la desigualdad llega con dificultades en la promoción en un puesto de trabajo, cuando una mujer quiere ser madre o necesita cuidar a sus hijos. Existen brechas entre el mundo rural y el mundo urbano, por eso ahora nos concienciamos de los problemas de la llamada “España vaciada” y surgen plataformas de reivindicación como “Teruel existe”, que tiene que dar el salto a la política, para que de una vez por todas los focos mediáticos tomen en serio la situación desfavorecida de sus habitantes.
Hasta tal punto son tan abundantes las brechas que hay desigualdades insalvables entre las personas mayores y los jóvenes, también entre los nativos digitales y los que se han quedado desfasados en un mundo analógico y arcaico. Las grandes ciudades como Barcelona y Madrid, con toda su riqueza y boato, con su atracción desmedida por motivos laborales y de ocio son grandes núcleos de desigualdad, de fenómenos de gentrificación, con brechas muy grandes entre los barrios.
