Opinión

Arrancar y cerrar

Por el propio uso y evolución de nuestro idioma, como un organismo vivo que es, hemos llegado a la evidencia de que ya no  comenzamos una actividad, un curso académico o un partido de fútbol. El verbo arrancar se ha impuesto con todos los sentidos posibles, a pesar de que todavía las acepciones del diccionario de la RAE no explican de manera rigurosa estas variantes del léxico,  que los hablantes usamos en nuestro entorno. Lo mismo ocurre con el verbo cerrar, porque ya utilizamos menos terminar y acabar. Así pues, se cierra una jornada laboral y ya no termina ni acaba. Arrancar y cerrar son verbos que sirven para muchas actividades y lo usamos para casi todo, como ocurre con el verbo coger, tan denostado por los hablantes de Hispanoamérica, pero que en España sirve tanto para agarrar, tomar o sostener.

La gramática de una lengua va siempre detrás de los hablantes y sus normas son certificaciones cuando ya el lenguaje tanto escrito como oral se ha desmandado y ya no hay más remedio que consentir y aceptar lo que se habla en la calle y se escribe en los medios de comunicación y actualmente en las redes sociales como principal elemento innovador. Pero hay tantas variaciones idiomáticas de una misma lengua, motivadas por la variedad de zonas geográficas y uso de registro particular,  que nunca hay uniformidad lingüística. También ocurre con las expresiones de se utilizaban antaño, que ahora pueden ser distintas en su significado. Por ejemplo, en las películas españolas de los años cincuenta era muy común utilizar la expresión “hacer el amor” cuando el hombre se dirigía a la mujer, pero el sentido de cortejo y de galantería cercana a la candidez  de entonces no tiene nada que ver con el significado actual.

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