Opinión

Viaje a ninguna parte de los cuidadores

Este artículo trata de una polémica que se ha creado estos días pasados por un impago de cotizaciones del régimen de autónomo de un cuidador de una persona dependiente al erario público.

Situación que se repite en multitud de ocasiones en diferentes ramos económicos de nuestro estado y con especial asiduidad, en este sector poblacional maltratado por los “ajustes presupuestarios” brutales realizados por el gobierno central de Rajoy, este colectivo son los cuidadores de personas dependientes.

En la actualidad (de momento si Mariano y sus recortes lo permiten), estamos viviendo en un estado de bienestar, logrado entre todas y todos para que ahora algunos, quieran que se deshaga volviendo a la caridad cristiana como en un pasado no muy lejano.

El gobierno anterior del actual causante de la alarmante situación de insolidaridad promovida por la horda liderada por la gaviota durante los pasados cuatro años, aprobó un derecho que todas las personas tenemos. Este derecho es poder convertirnos en cuidador y que otras personas nos cuiden sin que tengan que renunciar a su vida para poder hacerlo. 

Me refiero  a una de las opciones que se pueden valorar en la Ley de Dependencia, creada por un gobierno progresista.

Mediante esta Ley, humana y solidaria se consigna  un derecho fundamental que tenemos todos, la igualdad.

Igualdad que se otorgada mediante el pago de un salario y unas cotizaciones al erario  público, que a la postre garantiza unos derechos de personas en situación de desempleo y que facilitan la reinserción socio-laboral de estos ex-cuidadores que han logrado hacer un trabajo  que la administración se ahorra y no valora.

Nos cansamos de oír continuamente anuncios de residencias privadas en la televisión o radio, que son buenas a ojos de la sociedad en general y no escuchamos la voz silenciosa de la labor humana que hacen los familiares, parejas etc. De las personas afectadas por los navajazos salvajes que han causado el desangramiento de los logros sociales conseguidos en la etapa pasada  y de los escudos que protegen a las personas dependientes.

El colectivo de cuidadores, por desgracia se ven en la disyuntiva entre  aparcan su vida en una carretera sin destino, siendo conscientes que se encuentra avocada a no lograr en un futuro para no poder retomar las riendas que los puedan dirigir a una reinserción a su vida social o a la condena de la comunidad  por no cuidar o ayudar a tu persona cercana que se encuentra en la posición de necesidad y dependencia. 

A fin de cuentas, estas personas están marcadas por un destino de penuria social que este gobierno actual, ha condenado tras salvajes recortes.

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