Opinión

Victorias pírricas

Una victoria pírrica es hoy también una victoria por la mínima o de escaso valor, pero originariamente utilizábamos la metáfora para referirnos exclusivamente a aquellos triunfos conseguidos con gran daño para el vencedor, en recuerdo al que logró el rey Pirro frente al ejército romano tres siglos antes de Cristo. En la guerra total iniciada entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado no sabemos si habrá un claro vencedor, pero no cuesta vaticinar que su hipotética victoria, en todo caso, será pírrica.

El 17 de febrero de 2022 ya está inscrito a fuego en la historia del Partido Popular y quizás también será una referencia en la historia de España. Estamos contemplando atónitos lo nunca visto, sorprendidos por la fiereza con la que están enfrentados el líder del partido que aspira a gobernar el país y una de las referencias del poder territorial que el PP tiene en España. Se han sucedido a velocidad de vértigo declaraciones, ruedas de prensa, entrevistas radiofónicas y notas informativas de los protagonistas o de sus escuderos. Y en ese bosque de palabras podemos perdernos, pero conviene no despistarse y que nos líen.

Lo que ha sucedido es que Isabel Díaz Ayuso acusa a la dirección de su partido de intentar destruirla a base de mentiras fabricadas con la ayuda de detectives, mientras Génova acusa a la presidenta madrileña de haber permitido prácticas corruptas privilegiando a su hermano en la compra de mascarillas en la primera ola de la pandemia. Así que puede que uno de los dos mienta, pero también cabe que los dos digan verdad o parte de la verdad, es decir, que la presidenta haya permitido el chanchullo familiar mientras en España morían 700 personas cada día, como le ha recordado Casado, y que esa información haya sido usada por la dirección del Partido Popular para preparar un dosier contra la estrella refulgente de Madrid para usarlo convenientemente si en algún momento se le ocurriera dar un paso adelante para hacer sombra al líder. En el primer caso, debería marcharse el mentiroso. En el segundo, deberían marcharse los dos.

Imagino al líder de Vox frotarse las manos con todo lo que está sucediendo, porque en su corta historia su formación ha ido creciendo a base de torpezas de sus rivales y de ir recogiendo los escombros de votantes huérfanos de Ciudadanos o descontentos con el PP. Justo cuando se estaba discutiendo la posibilidad, difícil, de establecer un cordón sanitario a la ultraderecha tras las elecciones de Castilla y León, esta voladura del PP puede abrirles las compuertas. Y eso sí que sería realmente preocupante.

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