Opinión

Somos vulnerables

La española María Neira, directora del departamento de Salud Pública en la OMS, se está desplegando estos días para transmitir tranquilidad ante la histeria colectiva que se está extendiendo con más eficacia que el propio coronavirus. Otros relevantes profesionales sanitarios también se están aplicando en ese esfuerzo. Ayer, preguntada por la posibilidad de que la OMS declare oficialmente la pandemia, dijo que no se dan ninguno de los dos criterios exigibles para hacerlo: la afectación global de la enfermedad y su letalidad. Aunque después añadió un "pero": "pero no se descarta ningún escenario y hay que estar preparados para todo".

En realidad, hasta esa razonable acotación debería tranquilizarnos, porque siempre es mejor tener un plan B que confiarnos suicidamente a la suerte. Pero en ese "pero" también se genera un buen caldo de cultivo para que arraiguen y prosperen todos los miedos, por irracionales que sean. Hay quien señala a los medios de comunicación como azuzadores del temor por su excesiva información y por la espectacularización de algunas noticias sobre el tema a mayor gloria de los índices de audiencia. Y es cierto que se han producido algunos excesos impropios. Aunque, seguramente, si se rebajase la atención mediática se acusaría a esos mismos medios de ocultismo. También se produce otro paradójico efecto cuando las autoridades políticas y sanitarias, aquí y en otros países, decretan cuarentenas o cierran espacios públicos para prevenir la expansión del mal. Porque se nos dice que no es más letal o contagioso que otros virus, pero nunca hemos visto reacciones semejantes aun cuando la gripe común ha marcado récords y se ha llevado por delante, silenciosamente, a miles de enfermos. La situación es tan diabólica que, hágase lo que se haga, el miedo consigue expandirse a mayor velocidad que el virus.

Y los datos son los que son. En nuestro país se han detectado hasta ahora 12 casos, todos "importados". Y aunque Pablo Casado, en una intervención indigna, haya reprochado a Pedro Sánchez que siente al ministro de Sanidad en la mesa de diálogo sobre Cataluña "en vez de ocuparse del coronavirus", como si no lo estuviera haciendo, nuestro sistema público de salud los ha detectado, ha identificado su origen, los está tratando y ha puesto barreras preventivas en la comunidad cercana a los infectados. Dos de ellos ya han sido dados de alta y no ha habido hasta ahora ni un solo muerto. Y aunque se produjera alguno, su letalidad sería infinitamente menor que la que se produce cotidianamente en la carretera o entre los fumadores compulsivos a causa del cáncer. Pero la razón no siempre atiende a razones. Y esa patología, como el coronavirus, aún no tiene vacuna disponible.

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