Opinión

¿No era tan urgente?

Este jueves conoceremos la composición del gobierno con el que Mariano Rajoy afrontará su segunda legislatura. Su investidura se produjo el pasado sábado y ese mismo día anunció que tardaría cinco días en dar el nombre de sus ministros. En 2011 no tardó tanto y Rajoy anunció su ejecutivo a las 24 horas de ser investido. Es verdad que Rajoy no pudo jurar su cargo hasta el lunes porque el rey no estaba en España. Y es verdad que al día siguiente fue fiesta nacional. Pero no creo que el hombre que pretendía hacernos votar el día de Navidad si se hubieran producido unas terceras elecciones tenga inconveniente alguno en que sus ministros tomen posesión en festivo.

Durante 300 días nos han martilleado con la urgente necesidad de que España tuviese un gobierno que no estuviera en funciones. Los grandes asuntos paralizados durante estos diez meses, la necesidad de elaborar los Presupuestos del Estado para el próximo ejercicio, nuestra imagen frente al exterior y las presiones de la Unión Europea para hacer frente a nuestros compromisos así lo exigían, se nos decía una y otra vez. Así que lo serio era tener gobierno lo antes posible y resulta que cuando llega el momento no importa diferir su nombramiento casi una semana. Alguno alabará el impresionante control de los tiempos de Mariano Rajoy, aunque más bien parece todo una tomadura de pelo.

Porque si Rajoy no ha tenido tiempo en diez meses para pensar en su gabinete, malo. Pero si ya lo tiene en su cabeza, que es lo más normal, no se entiende este aplazamiento. Sólo cabe esperar que esta lenta maduración merezca la pena. Que en el casting no se cuelen ni sorias ni ratos ni matos, que ningún ministro necesite de ángeles para aparcar su vehículo oficial, y que para resolver los grandes asuntos de Estado, que unos cuantos tenemos pendientes, encuentre candidatos proclives al diálogo y a la negociación y con suficientes capacidades personales y profesionales como para no necesitar que la Virgen del Rocío nos eche una mano.

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