Opinión

Clara vuelve al hemiciclo

Para celebrar el 8 de marzo, el Congreso de los Diputados ha decidido trasladar el busto de Clara Campoamor desde un edificio auxiliar hasta el palacio histórico del Congreso de los Diputados. En 1931, una vez proclamada la II República, la abogada Clara Campoamor tardó apenas unos meses llegar al Congreso desde su despacho profesional en la Plaza de Santa Ana, para defender y conseguir allí la aprobación del sufragio femenino. Su busto, sin embargo, ha tardado 11 años en atravesar la carrera de San Jerónimo. Es un mínimo detalle, pero también es una metáfora de que la igualdad plena en España, pese a los extraordinarios avances conseguidos en las últimas décadas, se cuece aún a fuego lento.

Cada 8 de marzo, entre la denuncia y la reivindicación, entre la esperanza y la melancolía, desplegamos en forma de datos el mapa del largo camino que aún queda por recoger. Y aparece, año tras año, la múltiple brecha en el trabajo, en la precariedad, en los salarios, en la asimétrica corresponsabilidad doméstica, en la presencia pública en las instituciones o en la dirección de las empresas. Y año tras año nos damos de bruces con la sangrante herida de la violencia machista. Y es paradójico que ese hemiciclo cerca del cual vivirá desde hoy la efigie de Clara Campoamor únicamente tenga una portavoz parlamentaria, recién elegida, y sólo el 30% de presidentas de comisión. Y el 39% de diputadas roza pero no alcanza, maldita casualidad, el 40% exigido por la Ley de Igualdad para el sexo con menor representación. Y para rematar, hoy mismo el Senado vota la renovación de cuatro magistrados del Tribunal Constitucional, con sólo una mujer entre ellos propuesta por el PSOE. Así que la institución que vela para que se respete la letra de la Constitución y para que se materialicen sus valores, siendo el supremo valor de una democracia el de la igualdad, seguirá con sólo dos mujeres entre 12 miembros, en un tribunal que en toda su historia ha tenido cinco magistradas frente a 60 magistrados, sólo un 8%, una vergüenza en este 8 de marzo.

A finales del siglo pasado, la OIT elaboró un informe según el cual la igualdad plena entre hombres y mujeres se alcanzaría en el mundo dentro de 475 años. Han leído bien, no es una errata. Ahora el Foro de Davos sitúa ese horizonte igualitario dentro de 169 años. Vaticinios más optimistas sitúan la igualdad en dos o tres generaciones. Una eternidad, en todo caso. Porque, al menos en nuestro país, las mujeres han hecho todo lo que les tocaba para ocupar en igualdad de condiciones el espacio que les corresponde y les fue hurtado durante siglos. Y si ese espacio no se abre definitivamente, si seguimos levantando muros transparentes pero eficacísimos, por lo que se ve, cada año en que volvamos sobre lo mismo será una auténtica estafa.

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