Opinión

Campos de golf y biodiversidad

En un sentido ecologista puro comparto la defensa de la naturaleza inmaculada, no pisada por el ser humano, pero hoy en día esto...

En un sentido ecologista puro comparto la defensa de la naturaleza inmaculada, no pisada por el ser humano, pero hoy en día esto es utópico y prácticamente imposible incluso en las cumbres del Himalaya o en la Antártida. Es muy necesario mantener espacios protegidos de toda huella humana, otros deben ser reservados a sólo algunas intervenciones en función de sus características ecológicas y de las diferentes repercusiones de dichas actividades, y en otros espacios, dada su degradación y escaso valor ecológico, es conveniente actuaciones que posibiliten su regeneración-aprovechamiento y que aporten mejoras en su medio ambiente.

Parece claro que no se debería permitir ningún campo de golf en el interior de un espacio natural protegido como Monfragüe o Doñana, por ejemplo, aunque peores infraestructuras se han realizado en algunos de estos espacio, pero reconvertir un vertedero enorme en un campo de golf y regar el campo, con agua reciclada es mejor que mantener los efectos negativos sobre el medio ambiente de dicho vertedero. (campo de golf de la Real Federación de Golf, en Madrid)Todo el mundo lo entiende, sobre todo si con los beneficios de ese campo de golf se puede sufragar la restauración y crear puestos de trabajo.

Las repercusiones ambientales de los campos de golf, como en toda actividad humana pueden reportar aspectos perjudiciales como beneficiosos. Entre los aspectos beneficiosos, siempre que los campos de golf no tengan incidencia negativa sobre las necesidades hídricas de la población y que su diseño, construcción y mantenimiento cumplan todos los requisitos ecológicos exigidos por las diferentes leyes de Conservación de la Naturaleza y Calidad Ambiental [1],  se encuentra, además de otros, uno fundamental y poco conocido: el de fragmentar el paisaje en diferentes  zonificaciones que aportan, por su discontinuidad y variación, un efecto de borde entre el campo  de golf y las áreas colindantes.

Podemos definir el efecto borde como el grado de contraste, densidad y variedad de vida que existe en la zona de transición (límite) entre varias comunidades vegetales. El efecto borde también implica un cambio  en las condiciones ambientales, como por ejemplo en los tipos de suelo, la topografía o las condiciones microclimáticas, lo que favorece la implantación de nuevas especies.

Esto es lo que los ecólogos denominamos ecotono o lugar entre comunidades, donde dos o más comunidades vegetales no solo se encuentran, sino también se mezclan. Surgen así zonas de  transición entre comunidades bióticas que muestran un cambio de dominancia, diversidad y adaptación en las especies que pueblan esos hábitats. En algunos casos, estas zonas pueden estar compuestas de una mezcla de especies propias de las comunidades adyacentes o pueden estar caracterizadas por especies colonizadoras que no están en ninguna comunidad vecina y que han encontrado nuevos factores ambientales que les favorecen.

Los campos de golf por sus características de diseño dan oportunidad a la creación de numerosos ecotonos como son las lagunas utilizadas como reservas de agua y obstáculos del campo, las trampas de arena (bunkers), los canales de drenaje, las zonas de rough (arbustos), los setos,  praderas y bosquetes. Estos elementos de incidencia muy positiva en el aumento de la biodiversidad en los campos de golf están comprobados científicamente y bien documentados [2], sobre todo, en el incremento de aves acuáticas tanto invernantes como estacionarias, especies migratorias, insectos, anfibios y reptiles, especialmente en climas áridos mediterráneos, zonas urbanas o periurbanas degradadas o semidegradadas, en extensas áreas con monocultivos y espacios naturales de uso turístico y recreativo.

Existen campos de golf rurales donde se respeta la vegetación y céspedes autóctonos que apenas utilizan agua de riego, salvo para mantenimiento de greenes, que deben considerarse como la alternativa más sostenible del golf. La prohibición de la caza en el entorno perimetral de los campos de golf según la normativa actualmente vigente y la protección y valoración que encuentra la fauna en los campos de golf por sus gestores y usuarios favorece su presencia y conservación.

[1] Normas UNE-EN-ISO-14001-2004; ISO 9001  y EMAS.

[2] En España un estudio científico muy riguroso sobre el aumento de la biodiversidad fue  llevado a cabo  en el campo de golf Bonmont-Terres Noves en Mont Roig del Camp (Tarragona).

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