Opinión

Lo que viene ahora

Con el pacto con Bildu, Sánchez se ha garantizado la aprobación de los Presupuestos —y tres años de Legislatura, salvo catástrofe—, aunque sea a costa de romper en pedazos la dignidad y los principios éticos del PSOE. Que la negociación la haya hecho Iglesias directamente no quita importancia a una decisión que apenas ha hecho mover un músculo a los barones del PSOE y que la vicepresidenta primera del Gobierno y el ministro José Luis Ábalos han defendido señalando cínicamente que "Bildu ha tenido más sentido de la responsabilidad que el PP". Que Iglesias haya situado al partido heredero de ETA en "la dirección del Estado" y que Otegui haya dicho sin contenerse, que vienen a Madrid "a destruir el régimen del 78" reconfirma que el presidente del Gobierno está dispuesto a lo que sea para seguir en el poder.

Pero hay mucho más. Las cesiones a Bildu —el traslado imparable de presos, la relajación de medidas en las cárceles y, sobre todo, más dinero para sus proyectos y la condición de socio de honor también en Navarra—, al PNV y a los independentistas catalanes, en todos los casos con el pretexto de "pacificar conflictos", esconden una realidad: no hay marcha atrás y no serán las únicas concesiones que van a reclamar los "socios preferentes" del Gobierno. Y la debilidad de este Gobierno, unida a la ambición sin límites de su presidente y a la estrategia de Pablo Iglesias, el único que tiene un proyecto, son un enorme riesgo para la economía, para la seguridad jurídica y para el Estado de Derecho. Sánchez ya no es solo prisionero de Iglesias sino también de ERC, del PNV y de Bildu.

¿Y cuáles van a ser los próximos pasos? El más importante para este Gobierno es que haya una vacuna para el COVID lo antes posible. De eso depende la creación de empleo, el crecimiento o el derrumbe del PIB y que la economía se tranquilice o que el desplome se cronifique. Por eso el interés del presidente y sus ministros de anunciar la vacuna "para ya". Casi al mismo tiempo Sánchez se va a dedicar a frenar o desmontar cualquier rebelión interna, tímida, muy tímida, de sus barones. El segundo objetivo, que lo es más de Iglesias y de Casado que de Sánchez, es el hundimiento de Ciudadanos que en su intento de jugar a todas las barajas está cavando su tumba. A Iglesias le interesa eliminarlo para que no haya ninguna sombra entre el bloque de "las extremas derechas" y el frentepopulista de la investidura, y a Casado para poder quedarse con el centro y alejarse de Vox.

Acabar con la también tímida presencia de la Iglesia Católica, con la escuela concertada y con la religión —la católica, claro—, está en el centro de la Ley Celáa, de Pedro Sánchez y, por supuesto, de Iglesias. De lo que se trata es de acabar con unos valores sociales y sustituirlos por otros radicalmente diferentes, de acabar con el pensamiento crítico. El experimento educativo catalán —irreversible ya— ha servido para que se copie ahora a nivel nacional, sin contar para nada con la comunidad educativa y aprobando la ley con nocturnidad y alevosía. No tendremos una mejor educación sino una igualación a la baja y una merma grave de la libertad. Y la Iglesia ni ha jugado sus cartas ni ha dicho una sola palabra.

La voluntad del PSOE y de Podemos para gobernar con ERC tras las elecciones en Cataluña y avanzar hacia la "solución" del problema catalán, arrinconando a Puigdemont y a todos los demás, no la esconde ninguno de los tres. Y, hecho todo eso, con los socios de la investidura avanzarán, paso a paso, a un objetivo final: la Corona y la Constitución. Iglesias, Rufián y Otegui lo tienen en su hoja de ruta. Y, hasta ahora, avanzan por el camino previsto, sin perder ninguna batalla.

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