Opinión

La izquierda y la Justicia

Uno no sabe si felicitar el año a los que se encuentra por la calle, a los vecinos y a los amigos o desear simplemente a modo de despedida de este 2019: «¡Que no nos pase nada!». La última encuesta de Gallup dice que los españoles vuelven a ser pesimistas y, por primera vez desde 2015, son mayoría los que creen que 2020 será peor.

Hay razones para no ser demasiado optimistas, aunque todos los países, sin excepción, han sobrevivido a las peores crisis, a los más nefastos gobernantes y hasta a las dictaduras más terribles. Pero el momento que vivimos en España no es el mejor y algo tiene que ver en ello el papel de la izquierda. Hasta hace poco, la izquierda era el PSOE y el resto era testimonial. Pedro Sánchez, con el silencio de todos los barones y la complicidad del PSC ha llevado al poder real a un partido como Podemos, que es la izquierda más trasnochada y antigua, y a los republicanos independentistas catalanes. En sus manos estamos y, si no hay un giro radical, el populismo y el independentismo atarán las manos de Sánchez de forma que no pueda soltarse si quiere seguir en el poder. 

Y en esa situación juega un importante espacio lo que está sucediendo con la Justicia: la situación de la Abogacía del Estado sometida a una enorme presión para que busque debajo de las piedras argumentos que permitan dar garantías a ERC; la duda de la continuidad de la ministra de Justicia, -seguramente la peor titular de Justicia de la democracia junto con  Ruiz Gallardón- salvo que consiga lo que pretende Sánchez de la Abogacía del Estado o que se encuentre a otra persona capaz de navegar tras el pacto con Podemos y ERC; el casi seguro relevo de la fiscal general del Estado, a la que el Gobierno no considera suficientemente dócil; la voluntad de modificar por la vía de los hechos la sentencia del procés y decir a los jueces que el único poder real radica en el Ejecutivo; y, para terminar, la imposible renovación del Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, sin un acuerdo con el PP. La Justicia está hoy en una situación de precariedad que preocupa a muchos. Y sin una Justicia independiente no hay Estado de Derecho. Y sin Estado de Derecho, no hay democracia.

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