Opinión

ETA y la memoria democrática

Este Gobierno que anda preocupado por reescribir la historia desde la visión de un solo bando, en cuyo seno hay un grupo que pretende acabar con la memoria de la Transición política española y que pacta sin rubor con quienes se declaran enemigos de España, de la Constitución del 78 y de la Corona, no dedica ningún esfuerzo a la recuperación de la memoria de lo que supuso ETA, acerca a decenas de presos etarras al País Vasco, va a traspasar las transferencias sobre prisiones al Gobierno de Euskadi y, lamentablemente, desprecia a las víctimas.

ETA no fue una organización antifranquista de liberación del País Vasco, sino una organización terrorista, una banda criminal que asesinó a cerca de 900 personas, muchos de ellos niños, siempre por la espalda, que dejo miles de víctimas, que extorsionó durante décadas a los empresarios, que obligó a miles de vascos a exiliarse a otros lugares y que sembró el terror en toda España. Solo la unidad del PSOE y el PP logró derrotar a estos asesinos, algunos de los cuales dejaron las armas y aceptaron el juego democrático para tratar de llevar sus ideas a la práctica por otros caminos. Lo hicieron solo cuando descubrieron que habían perdido la guerra que iniciaron. Es curioso que andemos tan preocupados por Vox y nos parezca “normal” que Bildu, los herederos de ETA, sea, en ocasiones, el aliado preferente para las políticas de este Gobierno. Cada vez que es liberado un preso de ETA hay un homenaje en su pueblo. Una ofensa a sus víctimas. La inmensa mayoría no se ha arrepentido de nada de lo que hicieron, no han pedido perdón ni han colaborado para esclarecer los más de 300 atentados que todavía no tienen autor conocido.

Como ha dicho Arnaldo Otegi hace pocas semanas, “estamos muy satisfechos con el trabajo que hicimos”. Más de 850 muertos, 6.389 heridos, 2.472 atentados* Bildu, los herederos de Batasuna y de ETA, son hoy la segunda fuerza política del País Vasco y los jóvenes españoles ignoran ya quiénes fueron Ortega Lara, Miguel Ángel Blanco o Gregorio Ordóñez, sus víctimas, y no recuerdan los atentados de Hipercor o tantos otros que sembraron de terror la geografía española. En la sociedad vasca, el olvido es interesado porque no quieren recordar esa época en la que la sociedad civil, algunas fuerzas políticas y una gran parte del clero vasco fueron corresponsables de esa violencia sin límites. “Si nos descuidamos, dentro de poco no se sabrá ni qué era ETA”, ha dicho un ex alto mando de la Guardia Civil.

La memoria democrática de todos los españoles no puede permitir el blanqueo de ETA ni de sus herederos, mucho menos si eso lo hace el Gobierno de España. Tampoco podemos tolerar el olvido de las víctimas. No me parece mal el traslado de presos a cárceles del País Vasco, porque el Estado tiene la prerrogativa de esa generosidad. Pero ni eso puede ser un instrumento para los acuerdos políticos ni las víctimas pueden ser los grandes perdedores de esta manera de reescribir la historia con la complicidad o el silencio de todos. Soy también enemigo de los “cordones sanitarios” frente cualquier organización política porque representan a una parte de los votantes, pero Bildu no puede ser un actor político más ni será nunca un socio democrático y leal porque su objetivo es la destrucción del Estado y si un día consiguiera sus objetivos, nadie en el País Vasco podría respirar tranquilo. No se puede cortejar ni blanquear a quienes se mantienen donde estuvieron siempre: en el odio a lo español. Hay que recuperar la memoria democrática sobre lo que fue ETA. Se lo debemos a las víctimas.

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