Opinión

¿En qué está pensando el PP?

Casi por primera vez el Partido Popular elige un líder sin designación a dedo o sin la inspiración del "padre" y eso provoca un claro desconcierto entre los aspirantes a suceder a Rajoy. La falta de entrenamiento en primarias --que lo son a medias porque luego decidirán los compromisarios-- y la renuncia de Núñez Feijoó tampoco ayudan. Y, finalmente, cuando parecía que Sáenz de Santamaría y Cospedal se iban a jugar todo en un mano a mano, la aparición de Casado ha dejado a todos sin saber qué hacer para ganar. No parece que ninguno de los tres candidatos principales, ni siquiera este último, pueda tener la llave de la regeneración del PP y, sobre todo, la autoridad moral para hacerlo. Seguramente solo había, hay, dos personas que pueden hacerlo. Una de ellas ha dado marcha atrás en pleno proceso, Núñez Feijoó, y la otra, Ana Pastor, respetada y respetable, una de las personas capaces de unir a todos desde el sentido común, las ideas y la política de hechos, nunca entrará en una campaña de unos contra otros.

El problema de los candidatos es doble: demostrar al país que tienen ideas para ser los líderes reales del centro derecha y obtener los votos suficientes para ganar las primarias. Es decir, ganarse a los votantes o convencer a los compromisarios. Todos están optando por lo segundo. Seguramente es lo práctico, pero todos echamos en falta un debate de ideas, de propuestas para construir un nuevo país. Como no se hace, el recuerdo que tienen los ciudadanos es la de un partido corrupto, dividido, incapaz de resolver crisis de fondo como la catalana y de pactar sobre asuntos fundamentales para España. Rajoy ha hecho una buena gestión de la crisis económica y una pésima de la crisis política. Que la secretaria general de su partido salga ahora diciendo que ella hubiera aplicado antes y con mayor dureza el artículo 155 constata tanto las diferencias como el hecho de que en ese partido las decisiones las tomaba solo uno, el presidente. Siempre, no solo ahora.

Por eso, los ciudadanos y no solo los compromisarios del PP, necesitan saber qué ideas tiene cada candidato sobre asuntos fundamentales para el futuro de España: la cuestión territorial, la educación, la fiscalidad, las pensiones, la justicia, la modernización del país, la inmigración, la lucha contra la desigualdad. Un discurso que integre al centro derecha, que ilusione, que devuelva el protagonismo a la política. No hay debate sobre valores o sobre ideas y sí luchas internas que amenazan con dividir aún más a un partido que ha sufrido una sangría por el centro hacia Ciudadanos. Si el PP quiere volver al Gobierno pronto, debe hacer un cambio radical de estrategia y de gestión. De otra forma o desaparece o estará mucho tiempo en la oposición.

No hay tampoco excesivo interés de los 800.000 supuestos militantes. La inmensa mayoría de ellos no ha pagado nunca su cuota. A nadie le preocupaba porque eso permitía a unos pocos gobernar el partido sin problemas. La cifra de potenciales votantes y la de votos reales va a ser otro dato para calibrar la salud del PP. Si lo hacen menos del 10 o el 20 por ciento, malo. La izquierda ha recuperado el poder, pero está jugando a los gestos porque no puede hacer nada o casi nada. Si el centro derecha no reacciona, la coalición PSOE-Podemos puede dar la vuelta completa a España. Y no la conocerá ni la madre que la parió ...

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