Opinión

El juego de Illa

El ministro de Sanidad, Salvador Illa parece más preocupado ya de la estrategia de su campaña electoral en Cataluña que de sus responsabilidades en el Ministerio de Sanidad. Y hasta cierto punto es lógico, porque en Cataluña se juega su futuro personal y político -también en buena medida el de su mentor Pedro Sánchez-, aunque desde el Ministerio de Sanidad se está jugando el de todos los españoles. A estas alturas, ya debería haber elegido una de las dos opciones porque no son compatibles ni política ni éticamente. Como no lo es que, para celebrar las elecciones el 14-F, primen los condicionantes políticos de partido sobre los sanitarios. En el otro bando, el del independentismo, también priman las razones políticas sobre las sanitarias... para aplazarlas. En eso están igualados.

Si como dicen las encuestas del CIS -hábilmente cocinadas por el maestro Tezanos, experto en dar al presidente lo que el presidente quiere escuchar-, Illa puede ganar las elecciones y encabezar un Gobierno, que se ate los machos. No será en ningún caso un Gobierno constitucionalista, que debería ser la opción principal, sino uno con ERC y tal vez con los socios catalanes de Podemos. No será fácil porque Illa ha prometido que no formara parte de un Gobierno independentista, es decir encabezado por ERC o Junts per Catalunya. Y eso debería significar que ni ERC ni JxCat apoyarían un Gobierno encabezado por Illa. Pero como la política hace extraños compañeros de cama, si se produce una victoria de Illa -difícil, muy difícil- todo es posible. El Gobierno Frankestein de Sánchez con Iglesias y los suyos puede ser un dulce parvulario comparado con un Gobierno del PSC con ERC y los Comunes. Esquerra, con Aragonès o con Junqueras, indultado por Sánchez, no se bajará del burro de la idea republicana, la independencia y la patada a España porque es lo que buscan los independentistas desde que Jordi Pujol estaba en la Universidad. Si es difícil gobernar en Madrid con dos gobiernos en uno, imagínense lo que le puede tocar a Illa en Barcelona. Eso si Puigdemont y Junqueras, uno fugado y otro en la cárcel, no olvidan diferencias y vuelven al frente independentista contra Madrid.

Illa viene jugando el juego de la silla desde hace semanas -no dejar la que tiene en Madrid, por si no hay elecciones y así puede volver, y ocupar la de Cataluña-, pero no puede dilatar más la decisión. O se la juega en Cataluña y deja que otro haga el trabajo más importante que tiene ahora este Gobierno o renuncia a Cataluña y se queda en Madrid y se pone a "cogobernar" en serio. No habrá medidas que perjudiquen la candidatura de Illa, aunque sean imprescindibles, hasta que se despeje la incógnita de las elecciones o se celebren. Política de partido frente a Política de Estado.

Yo preferiría a un ingeniero de operaciones al frente de Sanidad que no nos mintiera -como Illa, que negó tres veces su candidatura veinticuatro horas antes de que se produjera-; que supiera decirnos dónde se producen los contagios si en los bares, en el transporte público, en los hogares, en las reuniones sociales o dónde: se desconoce en más de 40 por ciento de los casos, según un informe del Instituto Carlos III y sin saber eso, todo son palos de ciego; dónde están y para qué han servido los rastreadores; que hiciera una auditoría externa del funcionamiento de las Administraciones Públicas en la pandemia; que controlara de verdad las vacunaciones... Salvador Illa, pese a su talante, ha hecho una mala gestión como ministro de Sanidad y no ha contribuido eficazmente a enfrentar la pandemia, delegando en otros lo que le interesaba y poniendo pegas a la gestión autonómica para beneficio de su partido. ¿Éste es el que va a resolver el problema catalán? Estamos apañados.

Comentarios