Opinión

Más hablar y menos tuitear

A Blas de Otero después de haber perdido la vida, el tiempo, la voz, después de sufrir hambre, sed, solo le quedó la palabra.

Y eso es precisamente lo que algunos echamos de menos, palabra y más palabra, porque de esto probablemente dependan muchas cuestiones futuras de la sociedad en cada uno de los escalones en los que podamos encontrarnos.

En estos tiempos en los que se habla tanto de pactos, aunque algunos incluso antes de sentarse ya hayan roto relaciones con el Gobierno de España, y si es que llegan a producirse puedan llamarse de la Moncloa, de Toledo o de Teruel, lo que sí sería conveniente es que antes de nada se cerrara un pacto de la palabra dada. Vamos, el tradicional apretón de manos que tan bien ha funcionado toda la vida en este país.

Y es que, si miramos atrás un poco, no hace falta mucho, no es raro que llegar acuerdos en la vida política, alcanzar esos necesarios y democráticos pactos, cada vez sea más complicado. Probablemente, la política y los políticos se hayan confinado mucho antes de lo ha hecho la sociedad producto de la pandemia que estamos sufriendo.

Desde hace ya tiempo se ha optado también en la política por el tuit o las redes sociales como medios para comunicamos políticamente hablando, sin que haya trato social ni humano de por medio. Se elige un mensaje de 140 caracteres y se ha abandonado la mesa redonda, la mesa de la conversación sin límite de tiempo ni de palabras; esa mesa del cara a cara en donde todos de alguna forma nos retratamos frente al otro, en la que una y otra vez hasta surge un acuerdo, un acercamiento o algo en común.

Echo de menos en la política actual la clásica “palabra de caballero”, las sentadas sin tiempo con el fin de lograr puntos de encuentro que beneficien a la sociedad.

Echo de menos a los políticos que con la palabra y no el tuit, con el diálogo y no el Facebook, con el cara a cara y no con el Instagram, eran capaces de sentarse como antes, incluso con el respaldo de la silla pegada al pecho como si de una larga partida dominó se tratase, como la que jugaban nuestros abuelos en el bar de la esquina. Esos abuelos que cuando llegó el momento también supieron sentarse a hablar, negociar y sacar adelante una constitución que nos ha servido y nos seguirá sirviendo como marco de convivencia.

Sí, echo de menos en estos momentos a los políticos que se sientan y son capaces de conocer la condición humana del oponente. Hasta la derecha, aquella que venía de una dictadura, fue capaz de sentarse y negociar un texto constitucional.

Hoy en tiempos de COVID-19, en tiempos de pandemia, vemos como medidas que fueron ya utilizadas en 1918 con motivo de la llamada gripe española se están adoptando hoy en día y funcionan, mascarillas, aislamiento…

¿Y si para salir de esta situación que nos espera y si para tener futuro todos los partidos políticos usáramos antiguos, que no viejos, métodos?

¿Y si cuando se supere esta crisis sanitaria abandonáramos tanto vídeo, tanto tuit, tanta red social que se están utilizando para ver quien lo hace mejor, quién peor, quien se promociona mejor? ¿Qué tal si comenzamos ante esta crisis a usar métodos antiguos?

Sí, esa costumbre de la mesa redonda, sin móvil, si me apuras con faldillas y brasero, sin tiempo, quizás también sin equipos, porque los líderes de verdad son capaces de conocer la condición humana del adversario y solo los verdaderos líderes aguatarán sentados, mirándose. Estoy seguro de que con tan solo la palabra se llegaría a un buen apretón de manos y al acuerdo que luego se plasmaría en papel y se rubricaría con una sonrisa. 

Es más, que nadie tenga miedo, que nadie tema este viejo hábito de consenso, que, además de alcanzar el acuerdo entre diferentes opciones políticas puede provocar, como antaño, hacer amigos en política, algo que, en estos días, es bastante mejor que ser amigo en Facebook o seguirse en twitter.

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