Opinión

Urgencias en Toledo, un problema no resuelto

Todos sabemos de los problemas que encierra en su seno el viejo Hospital de Toledo. Un edificio ajado por el tiempo y que revienta por los...

Todos sabemos de los problemas que encierra en su seno el viejo Hospital de Toledo. Un edificio ajado por el tiempo y que revienta por los cuatro costado, construido hace más de cuarenta años para una población que atendía a una población muchísimo menor a la actual. A todo ello se ha unido una crisis que las autoridades sanitarias no han sabido tratar adecuadamente: Han primado las cuentas sobre las personas. Y yo creo que cuadrar las primeras y atender las segundas es posible.

Pero el punto más frágil del Hospital Virgen de la Salud son las Urgencias, y es ahí donde los sanitarios y los enfermos se han encontrado con el mayor y más grave de los problemas. Por escasez de personal, por el cierre de camas en el mismo Hospital, por la menor atención en las urgencias de los centros de salud y de especialidades, nos hemos encontrado con una Urgencias manifiestamente insuficientes, donde los profesionales se las ven y se las desean para poder atender adecuadamente a los pacientes que allí acuden.

Si los pasillos están llenos de camas y camillas con enfermos, si la urgencias son insuficientes en espacio y en personal, pueden ocurrir hechos y circunstancias que a todos nos han preocupado. En el verano de 2012 las autoridades sanitarias tuvieron que abrir la cuarta planta del hospital, que permanecía cerrada, ante la denuncia interpuesta por los profesionales en el Juzgado de Guardia: el cierre de la planta impedía la agilidad en los nuevos ingresos que aguardan en los pasillos a que una cama quede libre.

A lo largo de estos dos últimos años y medio han sido muchísimos días, y demasiado de continuo, el que las urgencias han estado saturadas, siendo una excepcionalidad el que fuese ocasionado por picos puntuales o coyunturales como ha querido hacer creer la Consejería de Sanidad.

Este tipo de acontecimientos, lamentablemente, se ha producido cada vez con más asiduidad y han trascendido a los medios regionales y nacionales, motivando gran preocupación tanto entre los ciudadanos como entre los profesionales sanitarios. Cuando por estos últimos, y en el mes de Diciembre del pasado año, se tuvo conocimiento de que en medio de un continuado colapso de las urgencias, habían fallecido varias personas en los pasillos sonaron todas las alarmas, asunto que el Gobierno de Cospedal pretendió acallar achacando los problemas a "la gripe". Pero el problema no es la gripe, ni los colapsos puntuales –pero solo puntuales- que puedan darse en este servicio. El problema deriva de un Complejo Hospitalario insuficiente –tres años llevan las obras del nuevo Hospital injustificadamente paradas en medio de la demagogia más absurda y ramplona– y que en paralelo, además, mantiene en servicio casi 150 camas menos que en el año 2011, de la reducción de personal sanitario, de la insuficiencia de espacio en las Urgencias, agravado por la saturación de camas y camillas en los pasillos en espera de que alguna cama quede libre en planta.

El fallecimiento de pacientes en cualquier Urgencias de cualquier Hospital del mundo es algo normal, pero lo que no es normal es que los enfermos esperen largo tiempo –más de las razonables- o mueran en los pasillos esperando, horas y horas, una cama donde morir dignamente, o no puedan tener la más mínima intimidad como persona. Lo que no es normal es que esto pueda suceder porque no hay personal suficiente o porque el espacio de trabajo supone una dificultad añadida a pesar de las 43 camas de pre ingresos prometidas por el Consejero hace cinco meses y nunca puestas en marcha. 

Obviamente la Institución tiene capacidad de autoorganización, pero esa capacidad tiene que estar en orden a desarrollar adecuadamente el trabajo en el servicio, tanto en medios humanos, como técnicos, como en espacio diáfano, y facilitar al paciente el tratamiento adecuado no solo en lo sanitario, que obviamente se supone, sino también en el humano, imposible si existe hacinamiento. 

Entiendo, por tanto, que existe una grave responsabilidad política derivada de la acción u omisión en los deberes que al SESCAM y a la Consejería de Sanidad como Gobierno le corresponden ante circunstancias tan reiteradas y tan graves, que están generando una preocupante alarma social. 

Después de tres años no nos pueden seguir contando que es la crisis la que genera el problema o el manido "despilfarro". La realidad es otra, la incompetencia permanente de quienes no se dedican a la Región, desconocen su realidad y solo son capaces de tomar medidas económicas pero pocas medidas de carácter humano o sanitario.

Por todas estas razones y para intentar dar una solución a estos acontecimientos hemos pedido una Comisión de Investigación en las Cortes, para constructivamente y con la participación de todos –políticos, profesionales y pacientes-, hacer propuestas para que todas estas cuestiones sean resueltas, devolviendo así a la normalidad un servicio esencial e imprescindible en la atención sanitaria.

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