Quemados
Acabo de regresar de un viaje a un país africano, al que quise huir para lamerme algunas heridas y que, sin embargo, he encontrado repleto de turistas españoles. Hemos visto a niños sin esperanza, a ciudades devastadas por la suciedad y la desigualdad en una nación que hace dos mil años fue la cuna de la civilización y hoy comparte esa decadencia universal que nos afecta a todos, pero a los más pobres, más. Con mucha gente venida de bastantes partes de España inicié conversaciones acerca de la actualidad española, pero comprobé que ni a ellos, ni casi a mí, que en esto me desempeño, nos interesaba demasiado: estábamos lejos, creyéndonos de vacaciones, y todos compartíamos un hartazgo general de esa política algo ratonera que se practica en España y que nos va a invadir durante todo el otoño y quiera Dios que no mucho más tiempo.
Entre todos, compusimos un diagnóstico que pensamos válido para casi todos los españoles: "estamos quemados". Luego me enteré de que un partido político de nuevo cuño, pero bastante desconocido para una gran mayoría, prepara para este mes una manifestación con ese lema, que algunos quizá crean oportunista por la proliferación de incendios que tantos miles de damnificados han dejado en este mes de agosto por toda la geografía nacional. "Quemados". Una definición sobria que no habla solamente de incendios físicos, claro, sino también, sobre todo, morales.
Desde lejos, y con mala conexión, que África es otra cosa, seguíamos los avatares patrios: Begoña Gómez declarando ante el juez, Yolanda Díaz fracasando ante el rechazo parlamentario de sus planes, algunas encuestas que hacen subir a Vox y no bajar excesivamente al partido que gobierna... Todo se tomaba con el relativismo de la distancia, que a veces es también mayor equidistancia. Actitudes que podrían indignarnos como energúmenas aquí, a domicilio, allí nos hacían reír: qué ridículo están haciendo, por Diosss...
Y no, no era desinterés por lo que pasa dentro de nuestras fronteras. Ni desprecio ante una forma de gobernarnos. Es que*definitivamente estamos quemados, nos sentimos abrasados. Y así, con el cartel de `Los Quemados`, escrito en castellano y en arameo, nos fotografiamos algunos compatriotas bajo el ardiente calor del desierto allá lejos, contemplando las muestras que nos dejaron civilizaciones superiores, pero que hoy son culturas sumergidas en eso, en la decadencia. Quizá deberíamos tomar nota, nos dijimos.