Opinión

Otra figura incómoda

A menudo se ha dicho que la designación de Dolores Delgado como fiscal general del Estado fue “el mayor error cometido por Pedro Sánchez desde que asumió como presidente del Gobierno”. Así, textualmente, se lo dijo a este cronista hace ya meses un muy importante alto cargo gubernamental y del PSOE. En la propia Moncloa se consideraba “una pesadilla” la trayectoria, siempre cuestionada desde diversos ámbitos políticos, jurídicos y judiciales de la señora Delgado, para colmo pareja de uno de los ex jueces más polémicos en la historia de la democracia española, el inhabilitado Baltasar Garzón.

La renuncia de Dolores Delgado en la Fiscalía, argumentada en razones de salud, abre a Sánchez la posibilidad de corregir otro de sus errores más garrafales, una vez que la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, también abandonase su cargo hace dos días, tras una trayectoria cuando menos cuestionada.

Sánchez, entre cuyos principales problemas se cuentan la inoperancia del partido que sustenta el gobierno y los múltiples enfrentamientos con los poderes judicial y fiscal, tiene ahora la ocasión de reorientar y rectificar algunas de sus decisiones más erradas. Las salidas de Lastra y Delgado, unidas a la renuncia voluntaria a la Vicepresidencia de Pablo Iglesias, son auténticos dones del cielo para un Sánchez que parece empeñado en modificar ahora algunos comportamientos y ejemplos que han sido especialmente nefastos en los cuatro años que lleva en el poder.

Dolores Delgado era, ya desde antes de ser nombrada fiscal, en sus tiempos de ministra de Justicia, una figura especialmente discutida tanto por la oposición como en ámbitos mayoritarios del propio PSOE y también de Unidas Podemos. Puede que a las razones de salud legítimamente aducidas para retirarse del cargo se unan las complicaciones derivadas de la circulación de las ‘cintas del comisario Villarejo’ que la dejan en posiciones poco airosas, tanto a ella como a su compañero sentimental.

La designación como nuevo fiscal general del que hasta ahora era su ‘número dos’, Álvaro García Ortiz, no significa necesariamente, dicen fuentes de la Fiscalía, una línea de continuidad ni que vayan a mantenerse los enfrentamientos entre asociaciones de fiscales derivados de la actuación de la señora Delgado.

¿Significa esto que se variará la línea de enfrentamiento entre el gobierno del PSOE y Podemos con el mundo togado? Eso tampoco es seguro porque una cosa son los conflictos entre las asociaciones fiscales y otra la guerra ya más que abierta entre una parte mayoritaria del gobierno de los jueces y el gobierno, empeñado en forzar como sea, por otro lado, el nombramiento de dos miembros del Tribunal Constitucional afines a los planteamientos socialistas.

Lo que sí es seguro, es que la salida de la señora Delgado representa un alivio para los muchos conflictos que al ejecutivo le ha planteado una Fiscalía General del Estado mal concebida desde sus inicios. Considero probable que nuevamente se levanten algunas voces pidiendo una reforma en el sistema de designación del fiscal general de Estado, a la vista del mal resultado cosechado por una mayoría de los titulares que hasta ahora han desempeñado el cargo. Dolores Delgado era, sin duda, el ejemplo más palmario de ello.

Comentarios