Opinión

'Operación Garzón' bis

Aseguran que la ‘operación Garzón’ (Baltasar) salvó al PSOE de la derrota en 1993. Felipe González ganó por la mínima, con la decisiva ayuda, estiman muchos, del entonces ‘magistrado estrella’, abruptamente designado ‘número dos’ en la candidatura socialista por Madrid, desplazando a Javier Solana. Aquello terminó como terminó, claro. Pero se salvaron los muebles para tres años. Ahora hay quien dice, desde luego que no en voz alta, que tal vez haya que montar una nueva ‘operación Garzón’ para consolidar las cosas en un partido, el gobernante, que, como se muestra en las dificultades para encontrar un candidato a la alcaldía de Madrid, tiene no pocos boquetes. Entre ellos, la ausencia de un verdadero ‘número dos’ en el Gobierno y en el propio partido. 

Claro que de lo que se habla es de Alberto Garzón, el ministro de Consumo, encerrado en un perfil más discreto tras algunas meteduras de pata, y no del muy polémico Baltasar, ex magistrado de borrascosa trayectoria y compañero de la ex fiscal general del Estado. Y claro que el principal protagonista de una presunta y aún ni siquiera planteada formalmente ‘operación’ no sería Garzón (Alberto) sino su correligionaria y próxima Yolanda Díaz, que da vueltas por todo el país en busca de consolidar su plataforma ‘Sumar’ y arrebatar a Podemos el escaso peso específico que aún le queda. Algunos pensadores socialistas creen que las dificultades que la vicepresidenta y ministra de Trabajo está encontrando en esta consolidación podrían hacerla caer en la tentación de aceptar alguna ‘oferta interesante’ procedente del PSOE. Al tiempo

¿Significa eso incluir a Díaz y eventualmente a Garzón (A) en la militancia socialista? No necesariamente, te dicen quienes sienten entusiasmo por la idea. Tampoco Baltasar Garzón y su compañero magistrado Ventura Pérez Mariño pidieron el carnet del partido al ser incluidos, el primero por Madrid, el segundo por Lugo, en las listas electorales que encabezaba Felipe González. Simplemente, acompañaron un trecho la andadura socialista hasta que las relaciones se rompieron, sobre todo por la ambición de Garzón (B) de alcanzar un Ministerio importante sin lograrlo.

Todo el mundo sabe que Pedro Sánchez necesitará a Podemos para alcanzar una mayoría suficiente para ser investido a finales de 2023, tras las elecciones. Pero Podemos, como está demostrando en su ‘cumbre’ de este fin de semana, ni es lo que era ni, de la mano de quien va (Belarra, Irene Montero, Lilith Verstrynge, con Pablo Iglesias tras el telón), lo será ya más. Así que Yolanda Díaz, una figura atractiva, y Alberto Garzón, un secundario ahora más eficaz que antes, se convierten en peones necesarios para consolidar una mayoría, además de los actuales aliados PNV, Esquerra y Bildu.

¿Aportaría votos y escaños Díaz en las listas socialistas? ¿Los aportaría un acercamiento abierto entre PSOE y el PCE que comanda Enrique Santiago, un ‘duro’ que, no obstante, fue secretario de Estado hasta que la ministra Belarra lo cesó para sustituirle por Verstrynge? Quién sabe; Joaquín Almunia intentó en 1997 un pacto preelectoral con los comunistas y aquello salió mal. Claro que eran otras circunstancias, otro PSOE y otro PCE.

En cualquier caso, algo tendrá que ensayar Sánchez para dar impulso a su partido, hoy lastrado por el error de haber nombrado como vicesecretaria del mismo a la ministra de Hacienda -que bastante tiene con su Ministerio, y más en estas circunstancias- para sustituir a la ineficaz Adriana Lastra. Los traspiés de Montero (María Jesús) en la organización de algunos actos -como el del pasado 29 de octubre en Sevilla, donde ‘olvidó’ invitar a Alfonso Guerra- son más que significativos. Y Sánchez no puede seguir sin un verdadero ‘número dos’: la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, muy competente técnicamente, no es figura para liderar un Gobierno (y menos un partido) en el caso de una marcha de Sánchez por cualquier circunstancia. 

Aunque las aguas parezcan más que remansadas estancadas, el proceso político se acelerará, máxime si en las elecciones municipales y autonómicas de mayo el PSOE no registra unos resultados al menos satisfactorios. Atención, pues, a algún tipo de ‘operación Garzón bis’, que no tiene por qué ser idéntica, pero sí ofrecer similitudes, con la diseñada por José Bono allá en Quintos de Mora. De eso hace treinta años y la Historia podría repetirse o parecerse, no necesariamente, como decía Marx, como farsa. 

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