El nuevo papel de Felipe VI
La Casa Blanca difundió, al fin, cuatro días después, la fotografía de Donald Trump con el Rey de España. Allí estaban el presidente norteamericano y su mujer, Melania, sonrientes junto a Felipe VI. No se trataba de una reunión bilateral: en realidad, nos cuentan, Trump se fotografió, uno a uno, con todos los jefes de Estado y de Gobierno que asistieron a la cena que ofreció en el marco de la Asamblea General de la ONU, a la que tanto denigró el hombre más poderoso del mundo en un increíblemente zafio discurso, que contrastaba no poco con el muy medido que el día anterior había hecho el jefe del Estado español.
Las posiciones del mandatario republicano no podrían ser más distantes de las que había proclamado don Felipe ante el atril de la ONU. El discurso del Rey disgustó a los 'ultras' y también a algunos que lo consideraron, sin haberlo estudiado a fondo, como una mera transcripción de las opiniones del Gobierno de Pedro Sánchez en la cuestión de Oriente Medio. Sin embargo, las opiniones vertidas por el Monarca español coinciden con el sentir de una mayoría de las naciones democráticas: exigir el fin de la barbarie israelí en Gaza y pedir la creación de un Estado palestino parece, hoy, la posición internacional más razonable. Y resulta simplemente desenfocado detenerse a criticar o alabar que el Rey no emplease la palabra 'genocidio', aún no homologada por la Corte penal internacional para referirse a lo que Netanyahu está haciendo con los palestinos.
Pienso que, tanto en Egipto como después en Nueva York, Felipe VI desempeñó un papel importante, fijando posiciones del país en el que es jefe del Estado. Y lo hizo sin duda porque su Gobierno se lo solicitó y en los términos en los que se lo solicitó. Y punto. La imagen de Felipe VI y Pedro Sánchez riendo abiertamente en una sesión de trabajo en las Naciones Unidas no era artificial: pienso que la sintonía entre jefe el del Estado y el del Gobierno es hoy suficientemente buena, por más que haya no pocas cosas de lasque hace o no hace el Gobierno que preocupan, consta, y no poco, por cierto, en La Zarzuela.
Pienso que hará bien Sánchez, acorralado en casa, dando un mayor papel internacional al Rey. Más viajes de Estado, más invitaciones a mandatarios extranjeros para que visiten España. Mayor relieve a los actos del Monarca, anfitrión en la fiesta del 12 de octubre y 'padre' de la heredera de la Corona en la entrega de los premios Princesa de Asturias, a finales de este mes que entra, una ceremonia para la que ya se prepara el discurso de la futura Leonor I, un discurso sin duda este año más importante que nunca. Leonor, en su caso, jamás podrá reinar como su padre y mucho menos como lo hizo su abuelo: su mendo será muy distinto.
Sin duda, el primer y más importante pacto que deberían suscribir las dos principales fuerzas nacionales habría de ser el del reforzamiento del papel constitucional del Monarca, o sea, el del fortalecimiento de la Monarquía. Resulta una más de las muchas contradicciones que caracterizan a la política española el hecho de que todas las fuerzas que sustentan al Gobierno del Reino de España sean abiertamente republicanas; así ocurre desde hace siete años, pero, en mi opinión, y sé que no coincido en esto con una mayoría de comentaristas, el PSOE es hoy el mejor sostén de la causa monárquica: si el partido gobernante quisiera, la forma del Estado habría variado ya hace tiempo, con el caos previsible. Ni ha sido ni, me parece, será así. Y un papel más activo del Rey no hará sino beneficiar al Estado, que tantas vías de agua va mostrando.