Opinión

La semana en la que pasó de todo

Una sentencia, leída demasiado aprisa por unos y por otros, proveniente de un tribunal en Luxemburgo al que nadie había prestado mucha atención, excepto el escrupuloso juez Marchena, ha revolucionado de arriba abajo las estructuras que cimentan el Estado, o sea, España. Las consecuencias últimas quién sabe hasta dónde llegarán y cuánto tardarán en hacerse palpables, pero lo cierto es que ahora, diga lo que diga la portavoz del Gobierno, la investidura de Sánchez no está fácil, o está un poco más lejana: depende de esa Esquerra que este sábado, en su asamblea, no le dio el voto en blanco, aunque tampoco le dio con la puerta en las narices; es ERC quien marca los tiempos y los modos. Y así vamos a entrar en 2020...

Mezcladas, casi el mismo día -en España el calendario siempre contribuye a las tormentas perfectas-, la euro-sentencia a favor de Junqueras como eurodiputado, la del Tribunal de Cataluña inhabilitando a Torra y la fotografía inmediata de Puigdemont con su acreditación ante el Parlamento Europeo, constituyen una mezcla explosiva de alta potencia y mayor riesgo. Sin duda, todo ello, plasmado en la asamblea de Esquerra Republicana este sábado, habrá de tener una influencia en las posibilidades de Pedro Sánchez de ser investido, quién sabe cuándo, quién sabe por quién, a saber cómo, de nuevo como presidente del Gobierno. Ahora mismo, ni siquiera La Moncloa, pese a su privilegiada interlocución con el preso de Lledoners -manda narices- conoce muy bien la respuesta a todas estas preguntas.

Hay motivos para la aprensión en La Moncloa, donde se aprecian errores derivados del nerviosismo, como el intento de bronca del secretario de Estado de Comunicación a sus ex compañeros periodistas; o las cosas que la señora Celáa dice los viernes desde el atril tras los últimos Consejos de Ministros, ya que no puede hablar de proyectos aprobados por el Ejecutivo, en funciones y que apenas funciona, lo mismo que el Legislativo. Y del judicial ya ni digamos: también está, desde hace casi un año, en funciones, como el Ejecutivo, y tiene a la ministra de Justicia peleada con los abogados, con parte de los jueces, con la fiscal general del Estado y con el mundo mundial.

En paralelo, la sentencia ha abierto una brecha entre el Supremo y el Constitucional y entre este y la Fiscalía, en la que, en cuanto Sánchez encuentre la oportunidad, forzará un relevo de campanillas. Y ya veremos lo que ocurre con la Abogacía del Estado, presionada, como va a estar, para que se muestre dúctil en cuestiones que los negociadores de ERC exigen: nada menos que propiciar, de una u otra forma, la libertad de Junqueras y de los otros presos: que "la política desplace a la represión", signifique eso lo que signifique. Y, claro, que la palabra 'autodeterminación' vaya incluyéndose en la semántica política oficial en Madrid. Y que el Gobierno Sánchez-Iglesias eche una mano para que sea Esquerra quien se haga, en unas próximas elecciones autonómicas -más bien serán plebiscitarias-, con la presidencia de la Generalitat. Ya verán ustedes cómo vamos a oír hablar bastante de las dos mujeres que encarnan las máximas responsabilidades en estos servicios jurídicos del Gobierno Sánchez.

Sí, esta semana ha pasado casi de todo. Pero me temo que no va a ser nada en comparación con lo que nos espera en las semanas próximas, con o sin investidura. Que, al final, es mi tenue y poco convencida apuesta, acabará habiéndola, y entonces qué.

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