Opinión

Un Gobierno provocador

Alguien me tiene que explicar, porque no lo entiendo, por qué diablos esos guiños a una formación que, como Bildu, siempre te acaba dando disgustos. ¿A qué venían aquellos jocosos codazos de Pablo Iglesias a Mertxe Aizpurua ante los ojos de todos los diputados y también de las cámaras de los fotógrafos? ¿Se trata de hacer imposible, con estas muestras cariñosas hacia la formación 'abertzale' vasca, un acuerdo presupuestario con Ciudadanos, que es la bestia negra de Unidas Podemos? ¿Es simplemente un deseo de agrandar la brecha con la 'otra España', la que abomina de cualquier acuerdo con una organización que, como Bildu, muchos consideran aún una reminiscencia de la pesadilla de ETA?

Quién sabe. Lo que sí sabemos es que ni Pedro Sánchez ni, claro, Pablo Iglesias necesitan para nada a Bildu para sacar adelante los Presupuestos. Son gesticulaciones de complicidad gratuitas, innecesarias, con las que se quiere provocar el rechazo en la bancada de la derecha, incluyendo a Ciudadanos en esa derecha, de manera que Inés Arrimadas acabe por abandonar su intención de seguir adelante tratando de forzar un pacto con el Gobierno de Sánchez.

Claro que ocurre que no hay Gobierno de Sánchez, sino de Sánchez/Iglesias, y sospecho que no hay posibilidad de entendimiento entre los 'morados' y los 'naranjas'. La retirada de Ciudadanos pondría por completo a Sánchez en las manos de Iglesias a la hora de aprobar los Presupuestos y, por tanto, a la hora de garantizarse la pervivencia en la Legislatura. No hay amor por Bildu (es muy difícil querer a Bildu, incluso en la sede de Podemos): hay aversión por Arrimadas. Y hay también un cálculo político por parte de Podemos cuyo alcance a mí me resulta muy claro: una ocupación en toda regla de todo el poder posible.

Y entonces, de ahí la provocación a la señora Arrimadas para que ella acabe hartándose, tirando la toalla y dejando de ser un riesgo, pesa sus escasos diez diputados, para un pleno entendimiento, en exclusiva, de Unidas Podemos con el PSOE. ¿Percibe Pedro Sánchez lo que su socio está haciendo, ahondando la brecha entre las dos Españas? Pues claro que lo percibe: con tal de durar en la poltrona, todo vale. Hasta cohabitar con alguien como Iglesias que, superado solo por Abascal, lidera la lista de los políticos más impopulares del país. Sea como sea y cuando sea, esto acabará mal, y no precisamente en boda.

Si a la 'provocación Bildu' le añade usted la 'provocación Celáa', es decir, el proyecto para nada consensuado de esa nueva ley de Educación llena de aristas polémicas perfectamente gratuitas, como la eliminación del español como lengua vehicular docente en Cataluña, es probable que usted adquiera la sensación de que el Gobierno, o parte de él, tiene el plan de retar 'a la derecha' para dificultar cualquier mano tendida. El Gobierno de la nación repite una y otra vez que tiene voluntad de consenso, de pacto, pero solo ofrece a la oposición trágalas, desplantes y, claro, estas provocaciones. La 'estrategia Pablo' (Iglesias) sigue primando claramente sobre la 'estrategia Pedro' (Sánchez), suponiendo que sean ciertas las protestas de este último en el sentido de que anhela llegar a acuerdos con la oposición. Que ya es mucho suponer.

Así, en esta coyuntura especialmente difícil para España, nos encontramos con hostigamiento en lugar de acercamiento, más fraccionamiento aún en vez de unidad. Así, de esta no salimos más fuertes, y eso es obvio. Ni más unidos, lo cual cada día es más patente. Vamos por mal camino. Y yo, al menos, tengo ya muy claro quiénes son los principales culpables.

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