Opinión

Un ejemplo 'a la italiana'

Los españoles siempre nos hemos sentido, vaya usted a saber por qué, algo paternalistas con los italianos. Demasiadas crisis de gobierno, demasiado temperamentales, mucha mafia, mucho Berlusconi y todos esos tópicos, bastantes, por lo demás, tan ciertos. Pero, cuando vinieron mal dadas, supieron hacer un Ejecutivo con extraños compañeros de cama que, mire usted, está funcionando. Como les funciona la sociedad civil y el sentido de crear una positiva imagen nacional. Fueron los pioneros en contagios por coronavirus y también los más eficaces a la hora de combatir los rebrotes. Ahora acaban de dar un paso que bien podríamos tener muy en cuenta aquí, en esta España desnortada.

Reduciendo de manera drástica su exagerado número de diputados y senadores, mediante una reforma constitucional aprobada esta misma semana, los italianos ahorrarán cien millones de euros al año. Pero, sobre todo, darán un ejemplo a su propia ciudadanía -y a otras_de contención del gasto en estos tiempos en los que los más débiles económicamente, y no solo ellos, van a sufrir bastante como consecuencia de los efectos de la pandemia.

Que no digo yo que aquí debamos imitar miméticamente el ejemplo italiano y andar recortando sueldos públicos y despachos de Sus Señorías. Pero sí podríamos reflexionar sobre el papel que muchos diputados y senadores 'culiparlantes', dedicados solamente a aplaudir cualquier discurso, por anodino que sea, de su líder, están ejerciendo Legislatura tras Legislatura. El escaño se ha convertido en un premio a la fidelidad, no al trabajo ni a las ideas. Y eso, claro, empobrece moralmente a eso que hemos dado en llamar clase política. No estaría de más que un comité independiente --¿por qué no el Consejo de Estado, que no parece sobrecargado de trabajo precisamente?_estudiase urgentes reformas constitucionales, de la normativa electoral y de otros ámbitos hoy ya obsoletos para modernizar, moralizar y equilibrar algo socialmente al país. Y si se puede disminuir algo el gasto público -que vaya si se puede--, mejor.

Es el nuestro un país que, me veo forzado a recordarlo, mantiene más asesores gubernamentales, en un Gobierno ya de por sí superpoblado, que Alemania. Y que mantiene a cuatro vicepresidentes en el Consejo de Ministros, con sus cohortes faraónicas, que encima no están nada bien avenidos entre ellos.

Aunque hace tiempo que no viajo a aquel país, hablo frecuentemente con gentes que viven en diversas localidades italianas y que conocen bien España. Todos reconocen que el clima que se allí se vive nada tiene que ver con el pesimismo casi noventayochista que se percibe en nuestra nación. Y algo semejante aseguran mis familiares en Francia y mis muchos amigos en Portugal. Creo que tan urgente como vencer de una vez al virus es superar los efectos morales que el Covid 19 está generando en nuestros ánimos atribulados. Y, además de nosotros mismos, algo debe tener que ver en ello la acción e inacción de nuestros gobernantes, y no me refiero ya solamente a este Gobierno ni solamente a esta oposición. Son muchos años de malos planteamientos lo que debemos superar.

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