Opinión

Un desastre diplomático ‘a la española’

Siento mucho, mucho, decirlo, pero España se está convirtiendo en un desastre en lo que a política exterior se refiere. Y conste que salvo las buenas relaciones que el presidente Sánchez está sabiendo -nos dicen_ establecer en el seno de la Unión Europea. Lo demás, mal: los Estados Unidos de Biden -tampoco los de Trump, por cierto_ ni se han fijado en nuestra existencia, aunque me aseguran que hay en cartera una ofensiva de ‘presencia’ en Washington; los lazos con América Latina, en general, se debilitan merced a una estrategia muy poco clara, que trata de satisfacer a Colombia y Venezuela, a México y Chile, a Argentina y a Perú, todo al tiempo, y eso es “imposible”, dicen quienes de verdad saben de la zona. Y, claro, lo de Marruecos ya traspasa todos los límites de incompetencia, con perdón.

Que el ministro responsable de la inmigración diga en una radio que el Gobierno “no se esperaba” la llegada por millares de inmigrantes, o falsos inmigrantes, o lo que sean, procedentes de Marruecos, o es falso o es un caso de inconcebible falta de previsión. Consta que el Ministerio del Interior avisó con antelación de las consecuencias que podría traer aparejadas un nuevo agravio al régimen despótico de Marruecos, como era la acogida hospitalaria al líder del Frente Polisario en un hospital español. Pero la titular de Exteriores, aquejada de un buenismo que es más bien papanatismo, quiso “hacer un favor” al enfermo Brahim Ghali. Y temo que el régimen de Mohamed V entiende poco de apuestas humanitarias.

Marruecos es un vecino incómodo, quizá a veces indeseable, pero es el que nos ha tocado. Lo menos que se puede decir del equipo de Pedro Sánchez es que tampoco ha sabido lidiar con este morlaco, que es de consideración. Cualquier diplomacia bien organizada sabe que las relaciones con un vecino no se pueden dejar en el pudridero, sobre todo cuando hay tantos temas involucrados -los ‘inmigrantes’ entre ellos_de los que dependen la seguridad, la geoestrategia y la economía del país.

Siento mucho tener que decirlo, pero creo que la señora González Laya, figura cercana y hasta bondadosa al menos vista desde la media distancia, no es la persona que España necesita para conducir sus relaciones exteriores, y ahora menos que nunca. Esta España sin estadistas necesita al menos integrantes de su Gobierno que lo parezcan, sobre todo cuando nos referimos a la política exterior. Hemos patinado ya demasiadas veces, desde que se nos fue Borrell a hacer las Europas, como para no pedir una rectificación importante también en este terreno.

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