Opinión

Cómo han complicado a Robles

La increíble, extemporánea, incompleta y algo ‘naif’ comparecencia este lunes, festivo en Madrid, del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y de la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, desvelando controles telefónicos ilegales y externos contra los teléfonos del presidente Sánchez y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, complica hasta el extremo la comparecencia de esta última este miércoles en el Congreso de los Diputados.

Porque ahora la persona que controla las Fuerzas Armadas y el Centro Nacional de Inteligencia tendrá que explicar no solo el ‘catalangate’, los ‘pinchazos’ a teléfonos de independentistas catalanes: ahora será interrogada por la oposición, y puede que por miembros del propio Gobierno, también sobre el ‘moncloagate’, que ha adquirido notoriedad superior a ‘lo de los indepes catalanes’.

Así, la estrategia que Robles pudiese tener preparada para defender a los servicios secretos de las sospechas de haber ejercido escuchas ilegales se ve algo desmontada ante el cúmulo de preguntas a las que se verá sometida en la mañana de este miércoles en la comisión de Defensa del Congreso, por cierto oficialmente convocada para “informar sobre la Brújula Estratégica para la Seguridad y Defensa” aprobada por el Consejo de la Unión Europea. Pero todo parece indicar que las cuestiones a abordar serán muy otras a la marcha de la guerra en Ucrania y sus efectos sobre las Fuerzas Armadas españolas.

Los rumores, los nervios, se han desatado y corren por cenáculos y mentideros a la velocidad del rayo. Las especulaciones sobre que Marruecos podría estar tras los controles a miembros del Gobierno español fueron desmentidas –o eso intentó– este martes por el ministro de la Presidencia en una insulsa entrevista radiofónica: dijo ignorarlo todo sobre la presunta autoría de las escuchas a Sánchez y Robles. Pero el clima de las relaciones con Marruecos ha vuelto a enrarecerse: todo el mundo sabe que el grado de ‘vigilancia’ entre los vecinos mediterráneos es muy elevado. Pero también todo el mundo sabe, o supone, que la comparecencia inicialmente prevista de Robles se dirigiría más bien a probar las connotaciones de una parte del independentismo catalán (Puigdemont) con la Rusia de Putin.

Creo que debería haber sido Robles quien hubiese informado, y en sede parlamentaria, acerca del espionaje del que ella fue la víctima: no se entiende por qué no se podría haber aplazado dos días en anuncio ‘bomba’ del espionaje al presidente y a la responsable de la defensa. Y también pienso que el propio Sánchez debería haber anunciado ya una comparecencia parlamentaria para explicar, revelar y hasta analizar cuanto sea posible sobre el ‘caso Pegasus’, que cada vez se vuelve más pringoso en un país en el que las escuchas telefónicas, públicas y privadas, son el pan de cada día, o eso parece al menos.

Y, si a Robles, que aparece bastante desasistida del apoyo del presidente y muy atacada, en cambio por los ‘podemitas’ en el Gobkerno, las cosas se le han puesto algo más difíciles, no digamos ya a su subordinada la directora de los servicios secretos, el CNI, Paz Esteban, también en capilla de comparecencia parlamentaria ante la comisión de secretos oficiales. En las últimas horas se hablaba no poco en los desbocados mentideros españoles de una posible dimisión (o un cese) de la señora Esteban, que a mí, a corto plazo, me parece improbable: sería ya el acabóse que, en vísperas de la celebración en Madrid de la ‘cumbre’ de la OYAN acaso más importante en su historia, los servicios de inteligencia españoles, por muy tocados que hayan quedado con este ‘affaire’, quedaran descabezados.

NO creo que desde el Partido Popular, donde parecen tan extrañados como el resto de los españoles ante la puesta en escena del ‘moncloagate’, se quiera destrozar ni a Robles ni a Esteban, aunque puede que pidan explicaciones más arriba, es decir, a Bolaños, el ‘superfontanero’, y al propio Sánchez, solicitando una comisión de investigación parlamentaria, para lo que valga. Pero serán los hasta ahora aliados del Gobierno –al menos, lo eran cuando la moción de censura, hace ya cuatro años– quienes más fuercen la maquinaria de las muchas respuestas a dar acerca de un asunto, el ‘Pegasus’ en general, que suscita , por la insuficiente explicación hasta ahora, demasiadas preguntas. En las próximas horas puede que nos lleguen algunas, temo que no muchas, explicaciones. Y sí, ‘Spain is different’.

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